Clase sin clase

09 ago 2019 / 10:34 H.

Si con algo tuviera que comparar a los políticos lo haría con el tiempo, y no porque sean sumamente cambiantes en sus opiniones, sino por algo positivo. De toda la vida, cuando algunas personas se encuentran en un lugar y no encuentran tema de conversación, empiezan hablando del tiempo. Ahora, es muy socorrido echar mano de los políticos cuando no hay nada de qué hablar. En la clase política —que cada vez tiene menos clase— encontramos acomodo para hablar de cualquier cosa sin comprometernos a nada, tal como suelen hacer ellos cada día del año cuando hablan. Los políticos dan mucho juego a la hora de la crítica porque son muchos, demasiados, y la mayoría de sus gestiones dejan mucho que desear. Incluso ahora, en verano y en plenas vacaciones, cuando al menos sabemos que no hacen nada por eso, porque están de vacaciones. Miren por dónde, durante una reciente entrevista al exdiputado Joan Coscubiela, me entero de que el Parlament catalán no proclamará festivas dos fiestas nacionales como el 12 de octubre, Día de la Virgen del Pilar, ni el 6 de diciembre, Día de la Constitución. Las oficinas —que casi no sirven para nada durante el año— estarán abiertas esos días y los funcionarios que lo deseen pueden ir a trabajar, aunque no se obligará a nadie. El propio Coscubiela se lamentaba de la dejadez de funciones que existe en las administraciones catalanas, ya que los independentistas se dedican solo a lo suyo olvidando al resto de ciudadanos. Además, ya siendo diputado dijo que no quería que su hijo “creciera en una tierra donde la mayoría que gobierna anule los derechos de los demás”. Es este el rasgo que define a los políticos, el querer mandar en lugar de gobernar. Lo estamos viendo en los ejemplos de Pedro Sánchez, de Pablo Iglesias y de todo aquel que presiente que tiene la oportunidad de amarrar un sillón. A los políticos se les pide que gobiernen para todos, como viene siendo su sagrada misión. Y que, cuando se produzca un cambio de gobierno en cualquiera de las administraciones, sirva para crear, trabajar por el pueblo y no dedicar la mayor parte del tiempo a anular las decisiones que tomaron los anteriores gobernantes. Se les exige construir un futuro más alentador del que espera millones de españoles. Si algo es completamente cierto, es que perder el tiempo en guerrillas partidistas no ayuda a nadie.