Civilización o impunidad

    31 may 2025 / 13:13 H.
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    Ante lo que le ocurre al pueblo palestino un servidor no sabe si siente más pena que rabia por el silencio de tantos líderes y autoridades mundiales que permiten lo que está ocurriendo. Es doloroso escuchar a un presidente de los Estados Unidos hablar a favor de expulsar a este pueblo de su tierra para poder construir hoteles y residencias de lujo o escuchar a Netanyahu con su argumentario de odio y de violencia. Ante la ausencia total de humanidad, ante el mal en estado puro, puede parecer que podemos hacer muy poco, pero lo mínimo que podemos hacer es no callar y unirnos a quienes tampoco callan y no miran para otro lado. Con estas líneas, siempre llenas de esperanza, quiero transmitir mi pena, mi dolor y mi rabia a quien quiera y pueda leerme para gritar en contra de la violencia como negocio y de la violencia como único lenguaje. Llevamos años contemplando impasibles el fin de nuestra civilización paso a paso y da la impresión de que los líderes que crearon los problemas no serán capaces de parar este y otros desastres que nos conducen al abismo. Ya es hora de que la opinión pública, la población despierte, reaccione y se eche a la calle como en otras ocasiones para reclamar el fin de la violencia y la impunidad, para pedir simplemente la paz, que se rindan cuentas y se haga justicia.

    Solo podemos sentir repugnancia e indignación ante los más de setenta y cinco años de desplazamientos forzosos, de desposesión, de ocupación y colonización, de sistema de apartheid y de la barbarie criminal cometida contra el pueblo palestino ante la habitual y cómplice doble moral de los que dominan la comunidad internacional y que de forma vergonzosa no aplican sus principios siempre por igual. Ellos son los que han permitido de forma sistemática y desde hace muchos años que Israel incumpliera los acuerdos internacionales y cometiera crímenes de lesa humanidad. No digo que sean responsables directos de lo que sucedía y está sucediendo en Gaza, pero sí debemos tener claro que las potencias como Europa, por desgracia obedientes y sometidas a los intereses de Estados Unidos, tienen una responsabilidad directa sobre lo que ocurre en Gaza por haber permitido que se llegue a la situación actual. No nos podemos acostumbrar a que los problemas entre desiguales se resuelvan con la imposición unilateral del lenguaje de la violencia, así se consigue más odio, más afán de venganza y más violencia; así se alcanza un mundo de bárbaros.

    Y, por favor, no nos intenten engañar. No se puede hablar de democracia en Israel a la vez que se defiende el supremacismo colonial en Cisjordania y Gaza, los ataques a la población civil y el asedio medieval e inhumano de Gaza. Hasta que Israel no sea verdaderamente una democracia y hasta que Europa y Estados Unidos no vuelvan a defender el derecho internacional y las resoluciones de la ONU que ellos mismos firman y esos derechos humanos de los que hablan con tanta pomposidad, no van a dejar de aparecer organizaciones terroristas y regímenes aberrantes y reaccionarios.

    Y, por favor, no nos llamen antisemitas a los que sentimos un afecto especial por ese pueblo judío heredero de tantos esfuerzos y tesón que tanto dolor sufrió y acumuló durante generaciones y generaciones de persecución y asesinatos y que es uno de los fundamentos de la civilización occidental. Por supuesto que hay judíos que no ven diferencia entre lo que el nazismo hizo con su pueblo y lo que su gobierno hace en Gaza. Personas que no entienden cómo su pueblo, después de haber sufrido tantas persecuciones, ahora lleva a cabo una verdadera limpieza étnica. Personas que son conscientes del dolor que sufrió su pueblo y que no entienden cómo se puede generar tanto dolor injusto al pueblo palestino. Personas que se preguntan si sus antepasados víctimas del nazismo duermen tranquilos su sueño eterno al ver como el pueblo al que con tanto orgullo pertenecieron ahora ejecuta un genocidio, como entonces, con la sangre inocente de hombres, mujeres y niños.

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