Ciudades y pueblos del futuro

21 may 2019 / 16:26 H.

En septiembre de 2010 tuve la oportunidad de asistir a la Exposición Universal de Shanghai, que se celebró bajo el lema “Una ciudad mejor, una vida mejor”. Recuerdo aún que me parecía ciencia ficción algunos de los modelos de ciudad que allí se mostraban. Coches pequeños sin conductor que parecían naves especiales, ciudades inteligentes, donde la robótica resolvía de manera rápida gran parte de las acciones de la vida cotidiana, casas biológicas que entre otras cosas utilizaban el agua de la lluvia para el inodoro, etcétera. Hoy, casi una década después, muchas de esas imágenes son ya una realidad. Ante la inminentes elecciones municipales, es importante reflexionar y aportar ideas sobre los grandes retos que las ciudades y los pueblos afrontan en las próximas décadas. Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que más de la mitad de la población en el futuro va a vivir en grandes ciudades y la mayoría de nuestros pueblos, también en la provincia de Jaén, se están vaciando progresivamente. Desde el 2011 algo más del 80 por ciento de los municipios de España pierden población de forma constante y el 30 por ciento del territorio concentra el 90 por ciento de la población.

Esta realidad está provocando nuevos problemas en las ciudades a los que dar respuesta y nuevos problemas en los pueblos, que se encuentran en la mayoría de los casos envejecidos, en decadencia y sin perspectivas de futuro. Las grandes ciudades se enfrentan, entre otros, a problemas de movilidad, contaminación, accesibilidad, elevados precios de la vivienda, precios de alquiler inasequibles para la mayoría de jóvenes y familias, turismo a veces excesivo y falta regulación de las viviendas turísticas, escasos servicios sociales comunitarios, desigualdad en los diferentes barrios y crecimiento de las bolsas de exclusión social.

Mientras las ciudades crecen, nos encontramos una España del interior que las recientes movilizaciones masivas en Madrid han denominado “La España vaciada” o despoblada, que exige medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del interior y de las zonas rurales. Algunas personas expertas están proponiendo medidas para dar un vuelco al mudo rural y reivindican la fuerza de los pueblos con medidas como por ejemplo, mejorar la conexión de los pueblos con BlaBlacar rurales, extensión de banda ancha en todos los municipios pequeños, ayudas excepcionales para el emprendimiento de los jóvenes en el medio rural, especialización en tareas y servicios del cuidado para reactivar la economía local, generando “pueblos cuidadores”, mejorar la gobernanza de los pueblos pequeños con espacios de participación y cogestión de ideas y proyectos, apostatar por las energía sostenible, cesión de tierras para el cultivo comunitario o familiar, especializar a los profesores para crear escuelas rurales para que los niños no se tengan que marchar, incentivar nuevas fórmulas de turismo, etcétera. Ahora que parece que el debate de la desaparición o no de las Diputaciones se ha cerrado, y seguirán siendo institucionales al servicio del municipalismo, quizás sea el momento de que se reconviertan en instituciones que permitan fundamentalmente la dinamización de las zonas rurales y aportar ideas y soluciones a los nuevos retos que tanto las ciudades como los pueblos tienen planteados de cara al futuro. Las ciudades para desarrollar un modelo social y económico sostenible y racional y los pueblos para encontrar soluciones a la falta de oportunidades de sus habitantes y ser capaces de ofrecer alternativas de empleo que eviten la despoblación.