Cine, calor y sudor

    01 sep 2023 / 09:02 H.
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    Agosto nos ha regalado temperaturas propias e impropias para que ni uno solo de nuestros poros haya podido resistirse a destilar sus litros correspondientes de ardiente sudor. Y ahí hemos estado todos, tostándonos como en aquel vetusto anuncio televisivo. Una de las soluciones siempre ha sido sentarse bajo el aire acondicionado, o quizá en una pantalla al aire libre del anochecer, para disfrutar de una película que nos distraiga, a nosotros y a nuestras glándulas sudoríparas.

    Hablando de cine y de sudores, calores y otras enjundias agosteño-veraniegas, me vienen a la cabeza escenas de esas que han quedado impresas a golpe de termómetro en nuestra mente cinéfila. Quizá, para darle su puntito de morbo al comienzo, recurriré a Marilyn Monroe. Sí, ella en sí misma ya producía los calores que todos recordamos, pero hay una escena en la que el guion se detiene y nosotros con él: guarda la ropa interior en el frigorífico. Imaginemos la situación, aderecémosla con unas gotas de Chanel 5 para dormir sin ataduras y paseemos bajo la rejilla del metro justo cuando pasa el tren. Todo ello en “La tentación vive arriba”. Si todo ello nos aturulla y nos enfebrece, dejemos que un buen manguerazo nos despoje de sudores intempestivos. Estamos junto a Carmen Maura gritando al operario municipal, bajo el mando de Almodóvar, aquello de “Riégueme. Vamos, no se corte. Riégueme. Ay, qué calor”. El fotograma es de “La ley del deseo” y el agua nos ha dejado listos para la siguiente escena. Ahora nos vamos a Nueva Orleans en los años 50 y nos aposentamos en una parada. ¿Lo adivináis? Claro, esperamos al “Tranvía llamado deseo” y en esta ocasión el calor nos marca esa camiseta de tirantes sudorosamente recordada que Marlon Brando pasea llamando a su Stella. También en tierras norteamericanas pudimos pasar unas horas “En el calor de la noche” ya que no siempre las temperaturas suben de día. Aquí nos encontramos con Sidney Poitier y el sudor se mezcla con el racismo para dejarnos exhaustos esperando que amanezca. Una película menos recordada pero que es una obra imprescindible de Saura es “La Caza”. Aquí el calor, el árido paisaje y la propia esencia de los personajes se unen en un entramado de feroz inquietud que se hace uno con el ambiente tórrido de aquella España del momento.

    ¿Qué será de nosotros sin agua? ¿Cómo podríamos subsistir? ¿Qué enfrentamientos producirá esa escasez? El cine nos acerca el problema desde distintos puntos de vista. Desde “Dune”, con esos universos sin el líquido elemento pasando por las varias partes de “Mad Max” y llegando a “Chinatown” para observar los turbios y corruptos negocios con el agua en la California de los setenta. El camaleón de “Rango” nos avisa de la importancia del agua en esta cinta animada en la que, con su amigo el armadillo, busca encontrar agua en un pueblo del oeste curiosamente llamado “Tierra”.

    Personajes sudorosos intentan ponerse de acuerdo en el veredicto de “Doce hombres sin piedad” mientras Kathleen Turner y William Hurt “discuten” sobre el “Fuego en el cuerpo” bajo sus calores propios y ambientales. A lo lejos “El niño que domó el viento” se esfuerza en arreglar la sequía que devasta su poblado. Cine y realidad se mezclan. Esta vez con gotas de sudor surcando la pantalla. Adiós, agosto. Deja al fresquito volver, por favor.

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