Churros y meninas
Las televisiones no tienen nada fácil eso de elaborar sus programaciones con esto del confinamiento. Las normas que nos vemos obligados a observar —y que deberían ser respetadas más de lo que lo son por no pocos cafres— impiden que puedan confeccionarse programas como “Tu cara me suena” y “Gran hermano” o cualquier otro que exija el acercamiento social y el simple contacto humano. Por eso, las programaciones están cargadas ahora de películas y documentales o redifusiones de algún que otro espectáculo como los partidos de fútbol. Esta complicada tarea de hacer un programa solo es fácil para Telecinco, que necesita bien poco para enjaretar cada día “Sálvame”. Ni buenos argumentos ni buenos actores. Solo les basta un chisme cualquiera relacionado con esa nómina de personajes proclives a la vida licenciosa, para que los especialistas en debatir chismes y líos puedan estar debatiendo durante cinco horas dos o tres semanas seguidas.
Al debate, normalmente moderado —es un decir— por Jorge Javier Vázquez, que cada día está más poseído de sus grandes encantos y dotes profesionales, acuden los mismos, con las mismas preguntas y las mismas intenciones y parece que todos estos contertulios también acuden faltos de pudor y respeto por sí mismos aceptando todo aquello que a la dirección se le ocurra. La semana pasada pasé una enorme vergüenza ajena con la actuación de Belén Esteban. Parece ser que, al igual que le ocurre a Kiko Hernández y Mila Ximénez, a Belén le supera el terror a contraer el coronavirus y no acude al plató de “Sálvame”, haciendo una colaboración especial desde su casa y a la dirección no se le ocurrió otra cosa mejor que la de que la Esteban elaborara cada tarde un plato de cocina adobado con un montón de canciones. Pues se está viendo que Belén sabe de cocina lo mismo que yo y, desde luego, canta peor que yo, que ya tiene tela.
Zapeando me encontré con el momento en que, en la pequeña pantalla, la Esteban estaba intentando hacer unos churros madrileños. Pues menudo churro que hizo. No sé si mezclaría los churros con las meninas pero ni le salió la masa, ni dio forma a algo tan fácil como un churro, ni fue capaz de freírlos. Terminó dejándolo todo para ponerse a llorar desconsoladamente. Y lo pasé mal porque no entiendo cómo hay personas que no son capaces de entender que las manejan miserablemente. Y creo también que Belén no tiene ninguna necesidad económica para prestarse a estos manejos y que tal vez lo haga porque el ego la tiene endiosada y ha llegado a creerse de verdad que es la princesa del pueblo. Pues ya va teniendo edad para que alguien le diga la verdad y sepa cuál es la realidad.