Cazando apodos

22 feb 2019 / 08:52 H.

Algunas veces pienso que escuchando a los mayores aprendí más de la vida que leyendo. Pero de muy joven me gustaba leer. Primero fueron los cómics como “Pulgarcito”, luego las novelas de bolsillo del oeste, hasta que llegó el tiempo en que leía libros más clásicos, grandes novelas. Y no pasaba un día en que no avanzara un puñado de páginas al menos en la lectura. Con el paso de los años, muchos años, fui perdiendo el hábito de escuchar y adopté el de hablar; fui robando tiempo a la lectura para dedicarlo a escribir. Y cada día leo menos libros, lo confieso.

He tenido menos tiempo para ello, aunque intenté leer de tarde en tarde algún volumen. Pues también confieso que pocas veces soy ahora capaz de avanzar demasiado en la lectura, porque no encuentro en ella sabor, luces, enseñanzas notables, porque abundan los libros, como dicen del que ha presentado Pedro Sánchez, en el que lo más notable que se dice es que el presidente del Gobierno lo primero que hizo al llegar a la Moncloa fue cambiar el colchón de la cama.

En la inconmensurable biblioteca universal existen millones de libros. Grandes obras literarias, unas históricas, otras de ficción; unas técnicas y otras, sencillamente, de entretenimiento. Y, afortunadamente, cada día aparecen nuevos títulos, interesantes para unos lectores o intranscendentes para otros. Pero es bueno que haya hombres y mujeres que sigan escribiendo y publicando lo que escriben. Tengo en mis manos el último libro escrito por mi entrañable amigo Francisco Fuentes Chamocho, natural de Andújar. Dedicó su vida laboral a la docencia en el Colegio Inmaculada Concepción La Salle, siempre compartida con su vocacional pasión por las cosas de su tierra, especialmente con cuanto se refiere a la Virgen de la Cabeza y su romería. Posee numerosas distinciones y ha publicado varios libros, todos para contribuir al conocimiento histórico, cultural y social de Andújar. Su último libro se llama “Cazando apodos”, que será presentado hoy en Andújar, es una aproximación a una relación de apodos y motes en Andújar. Una obra amena, distraída y curiosa que revive con respeto, afecto y su migaja de humor los viejos apodos más enraizados en la tierra iliturgitana. Además, porque así me lo pidió Paco, la portada la realicé yo, aunque este detalle es lo menos relevante de este libro que aporta muchos conocimientos sobre los vecinos de Andújar.