Causa y efecto

    20 sep 2020 / 20:50 H.
    Ver comentarios

    Cuando pensamos en el sacrificio, es lógico reflexionar acerca de la cantidad de esfuerzo, dinero o tiempo que vamos a invertir para conseguir un resultado. Nuestra satisfacción suele depender de en qué medida consideramos justo lo obtenido, tomando como base lo que ofrecimos a cambio. En muchos casos el precio nos viene impuesto mientras nuestras capacidades de decisión son escasas, necesitando un valor que resulte lo más exacto posible: el dinero. Aunque hay elementos invaluables como el afecto y la gratitud, ¿puede el dinero hacernos felices? A mi entender, depende de cómo hayamos conseguido ese dinero. Cuando recibimos un regalo o heredamos algo, corremos el riesgo de creer merecerlo solo por tenerlo, no concederle valor e, incluso, creer que es nuestro por derecho. Sin embargo, solo nos pertenece aquello por lo que nos hemos entregado de algún modo, porque sin esfuerzo no hay perspectiva y sin honradez no hay manera de conservar nada. El tiempo es un contable con el que no se puede negociar y, para tratar con él, hay una máxima que Cervantes nos brindó cuando dijo que “ningún hombre es más que otro sino hace más que otro”.

    Articulistas