Castillos en el aire

22 feb 2022 / 16:38 H.
Ver comentarios

Hay un territorio en el sur de Europa repleto de construcciones defensivas, se trata de un lugar en el que se amontona la mayor concentración de fortalezas del continente. Castillos en el aire, elevándose imponentes entre las mareas de olivos. Enorme alfombra de color verde aceituna que se extiende hasta donde la vista alcanza, protegida por centenares de atalayas.

Vas andando ensimismado por las veredas y por los caminos de Jaén y de pronto elevas la mirada y arriba alguien, sin que tú te hayas dado cuenta, ha levantado una montaña coronada por un castillo. ¿Qué misterio es este? ¿Qué tesoros protegen? ¿A qué estrategia responde semejante despliegue de ingeniería militar salpicando el enorme tapiz de olivares?

Resulta que Jaén fue, durante muchas décadas, tierra fronteriza entre los dominios cristianos y musulmanes de la Península Ibérica y eso ha determinado que esta provincia se haya convertido en el territorio de Europa con mayor concentración de castillos y de fortalezas, y el segundo del mundo solo superado por la azotada Palestina. Afortunadamente las construcciones militares de Jaén han perdido, en nuestros días, su utilidad estratégica y militar, pero siguen siendo enormemente valiosas.

Tantas y tantas generaciones de agricultores trabajando la tierra, sembrando, cultivando los campos, y tantas y tantas generaciones de constructores rompiéndose la espalda levantando y arrastrando piedras para conformar todos esos muros y esas torres que como si de un juego de construcción para vigilar las estrellas se tratara, conforman observatorios elevados desde los que también se pueden leer las constelaciones de olivos, las galaxias repletas de infinitos troncos, de ovalados frutos. Jaén es, además, tierra soñadora e imaginativa. Y por eso juega con los recuerdos y delirios de su exaltada juventud medieval y reelabora leyendas fabulosas, protagonizadas por sombras de fantasmas, de almas en pena y de seres extraordinarios que deambulan por entre los más oscuros rincones de las fortalezas abandonadas.

Poseemos un riquísimo patrimonio de castillos y de fantasmas que convergen, sugerentes, en nuestra imaginación, a través de numerosas leyendas. Son historias fascinantes como la del Castillo de la Peña de Martos en donde tuvo lugar la cruel ejecución de los Hermanos Carvajales. O la leyenda del enamorado Trovador Macías que pereció encarcelado, por amor, en las mazmorras del Castillo de Arjonilla. Y también en la Fortaleza de La Mota de Alcalá la Real tiene lugar otra conmovedora historia de amor, la de la mora Cava enamorada de un capitán cristiano. Y no podemos olvidar la leyenda de la Fuente del Caño Quebrado o la de la amada mora del Condestable Iranzo, que se desarrollan en el Castillo de Santa Catalina de Jaén. O la historia de la desventurada princesa hija del rey de Cazorla abandonada a su suerte en un túnel subterráneo y que transformada en sierpe habita todavía en el majestuoso Castillo de La Yedra. Por citar solamente algunas de las numerosísimas leyendas vinculadas a nuestras ancianas atalayas.

Un precioso legado creativo de fantasías, de castillos en el aire, que junto con nuestras múltiples fortalezas conforman un patrimonio inigualable de piedras y de palabras, de arquitectura y de literatura que nos toca preservar y transmitir.

Articulistas