Carnaval

    07 feb 2024 / 10:14 H.
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    Unámonos a la mascarada, demos rienda suelta a nuestras pequeñas alegrías, si las hubiera. Al mal tiempo buena cara, con una buena careta de arlequín pasmado, burlémonos de las asechanzas de malevos y ególatras. En estos días de supuesta permisividad, de jarana contenida —pues no nos engañemos, hasta la risa y el camuflaje están sometidos a cánones y ortodoxias—, nos podemos permitir encontrarnos con nuestro payaso interior, y lo mismo, con un poco de suerte, hasta nos hacemos gracia. En consecuencia celebremos nuestros salarios mínimos, nuestras pensiones mínimas, nuestros mínimos vitales, y si esta enajenación transitoria lo permite, compremos una botella de aceite para disfrutarla en familia y con algún amigo gorrón, pero buena persona. Nos costará un ojo de la cara, pero no olvidemos la aportación desinteresada que los ricos de libro nos harán en poco tiempo, cuento con ello. Así, que a vivir, que esta España nuestra lo merece, que no se rompe porque a pesar de todo contamos con buenas colas de carpintero. Y dejándome llevar por esta euforia, pido la amnistía para mi tía Colasita, que me humilló con un tirón de orejas por no acudir a misa de 12, en aquel ya lejano domingo de 1968.

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