Cansancio de materiales

10 dic 2018 / 11:23 H.

Un mes atrás escribí en estas páginas que todas y cada una de las fuerzas políticas se presentaban a examen en la convocatoria del pasado dos de diciembre. En aquel artículo vislumbraba un panorama marcado por la incertidumbre, por la indecisión de los votantes, unido a la fuerte amenaza de una abstención superior a la de anteriores confrontaciones. Hoy, una semana después de la noche electoral, no voy a presumir de haber intuido el terremoto político resultante de aquella singular noche. Reconozco que me sucedió lo que a cientos de miles de telespectadores: la encuesta avanzada por ABC se me antojaba disparatada, incluso rozaba lo risible. ¿Cómo va a sacar Vox más de media docena de diputados? ¡Ni que Andalucía fuese la Baviera española! ¡Están locos estos expertos! Las encuestas favorecen siempre a quien las encarga... Pero cuando pasaban las nueve, las nueve y media de la noche, y nadie del gobierno andaluz salía a dar la cara, cuando Ferraz enmudecía ostensiblemente, fui barruntándome que algo gordo, muy gordo, estaba acaeciendo en la sede central del escrutinio. Las diez y cuarto, una hora fatídica para el universo de la izquierda, confirmó el estrépito: la más que probable pérdida de Andalucía, la joya de la corona. Otra noche negra para los progresistas, dado que los cuatrocientos mil votos perdidos por el PSOE no fueron a parar a las arcas de los seguidores de Pablo Iglesias. Se habían repartido, aparentemente, entre Ciudadanos, Vox (en una pequeña pero sorprendente proporción) y, sobre todo, engrosaron la enorme bolsa de abstencionistas.

Todo esto es muy fácil analizarlo ahora, a toro pasado... pero cualquier persona interesada en la política española necesita encontrar una explicación razonable a la sacudida, al ecectro-shock del primer domingo de diciembre. Por ser objetivos, meridianamente claros, los materiales con que se ha construido el espectro político en las últimas décadas (socialistas y populares) acusan un profundo desgaste, del que ya daban síntomas en anteriores comicios. Incluso la fuerza ascendente a partir del 15-M, el universo Podemos-Izquierda Unida, presenta síntomas de una fatiga prematura. Quien más votos ha perdido, porcentualmente, entre las autonómicas andaluzas de 2015 y las de 2018 ha sido Adelante Andalucía, que rebaja en un 32% sus resultados anteriores. Seguida de la bajada del PP (29%) y del PSOE (28%). Traducido a la provincia de Jaén esos porcentajes, en el mismo orden, oscilan entre un 35, un 29 y un 26%. O sea, que siendo tremenda la pérdida de votantes en el partido de Paco Reyes, se ve superada por las que han sufrido populares y podemitas. Conociendo la autoexigencia del líder bedmareño, seguro que estos datos no le sirven de consuelo, y hacen del todo incomprensibles las risotadas y la alegría entre los seguidores de Moreno Bonilla, cuando uno de cada tres de sus votantes se fugaron hacia la extrema derecha o hacia el melifluo partido de Albert Rivera.

¿Cuál ha podido ser el epicentro de un movimiento sísmico tan inesperado como contundente, capaz de desalojar —queda por ver aún— a Susana Díaz del gobierno andaluz? Me parece incuestionable la influencia de tres factores simultáneos que han podido desencadenar esta “tormenta perfecta”. El más potente, los efectos del debate y la situación catalana sobre un electorado dolido y agraviado por el distanciamiento creciente de la rica Cataluña respecto a la España más pobre. En segundo lugar, la bandera sobre los peligros de la inmigración, demagógicamente enarbolada por las tres fuerzas de derecha, emulando el discurso del cuasi fascista Salvini en Italia. Sumemos el efecto galvanizador que sobre el voto extremista de derechas supone el largo y tortuoso proceso para sacar a Franco del Valle de los Caídos. La lentitud de la maquinaria ha despertado el monstruo aletargado, a quienes vivían sus ensoñaciones franquistas camuflados en el PP. Ahora han salido a la luz, evidenciando el cansancio de los materiales con que se ha construido la democracia española en los últimos cuarenta años. Vox puede representar una aluminosis para el sistema.