Cambio de tercio

16 sep 2021 / 17:02 H.
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Ahora que se ha puesto de moda utilizar los términos taurinos para describir situaciones políticas, religiosas, sociales... que por algo somos o nos asemejamos como país a la piel de toro, y el Toro de Osborne sigue formando parte de nuestro paisaje, ésta que lo es, cree que ha llegado el momento de no participar (al menos hoy) en lo que se llama la apertura del curso político y la preparación del otoño caliente, porque visto lo visto y mirando con una cierta perspectiva de lejanía, el horizonte pinta regular en lo que se refiere a gobernabilidad de la cosa común, que como saben es la política que nos afecta a todos desde la cuna a la tumba. Ni acuerdos, ni diálogos, ni voluntad, ni reconocimiento al menos del alto índice de vacunación (somos el país que más ha vacunado en el mundo). Total nada. Si vas por aquí te pilla el toro, si vas por allí pues te pilla también. Vamos listos.

Como soy española y ¡olé!, me alegraré el día que me sienta europea de verdad, que será cuando nuestros representantes que son los que tienen el encargo del pueblo para la buena gobernanza, bajen de sus frágiles pedestales formados con nuestros votos, y se dediquen a dialogar y conseguir acuerdos para que mejoremos en salud, crezcamos en economía, creemos trabajo digno y abandonemos el sendero del paro que tanto daño nos está haciendo como país. Trabajo, salarios dignos, sanidad, educación y vivienda, y cómo no, reforcemos el cuarto pilar del bienestar social, que no es otro que los servicios sociales.

Y ahora el cambio de tercio: en este Jaén donde resido, que desde luego merece más, se pueden mejorar muchas cosas y sin altos costes económicos. He seguido con interés la transformación del barrio del Almendral, que es ahora mismo un ejemplo de esfuerzo común para mejorar la vida y convivencia de los habitantes. Vecinos, asociaciones, creativos y Ayuntamiento, están consiguiendo una conciencia de barrio y poner en el mapa de la ciudad un lugar cercano y lejano a la vez. Un ejemplo a seguir y un reto para el municipio.

En este tórrido y raro verano por el que aún discurrimos, se ha vuelto a poner de manifiesto la necesidad que tiene nuestra ciudad de vegetación (no arriates y florecillas de maceta). He recorrido desde mi juventud nuestras calles y siempre me pregunto: ¿Cómo es posible que una ciudad pequeña y manejable, con un entorno bonito y peculiar, con barrios tan cercanos, una ciudad que puede atravesarse caminando en no más de treinta minutos; con baja contaminación, bien situada en el mapa y con no más de hora y media para bajar al mar o subir a las cumbres de Sierra Nevada, esté tan alejada de ser un modelo de ciudad sostenible y habitable? No lo he entendido nunca y ahora tampoco. Me consta el esfuerzo de munícipes, empresarios, ciudadanos... pero esta ciudad adolece, siempre ha adolecido de un plan que rebase legislaturas, que consensúe un modelo de ciudad habitable y saludable más allá de intereses partidistas. Una ciudad pequeña que necesita la conexión de todos los barrios con microbuses pequeños, eléctricos y frecuentes. Y eso sí, desplieguen el mapa urbano de Jaén, y por favor planten árboles en cada una de sus calles, de porte grande, mediano y pequeño según la vía, y harán de esta ciudad una localidad verde, bonita, fresca y saludable. Hagamos una ciudad con un pulmón natural. Un ciudadano, un árbol.



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