Cambio de armario
Mayo suele ser mes de mudanzas. Cuando la tarde extiende los tentáculos del sol en los rincones, una voz animal nos lleva a los cajones y a los armarios y pasamos el rato deshaciendo y rehabilitando las prendas de una nueva temporada. Como un ritual en que dejamos atrás la experiencia del frío, aspiramos en la lana el rastro de los perfumes prestados, volvemos a indultar aquel abrigo que nunca tiramos por si la nieve. Fabulamos con la suerte que tendrán los pijamas que bajamos al cubo del reciclaje. ¿Quién hará suyos sus sueños? En las casas palestinas no habrá este año cambio de armario. Se prolonga por decreto el largo invierno. La radio anuncia que el Estado de Israel continúa su escalada de exterminio por el paso de Rafah, desoyendo incluso a sus socios norteamericanos. Piensas en cómo la sociedad alemana asumió la justificación del Tercer Reich para hacer lo que hizo, al calor de sus modas y rutinas. Alguien juzgará algún día, liberado ya de la gravitación de las propagandas, al llevar nuestras camisas o retirar con un dedo el polvo de nuestro epitafio, si estuvimos en el lado correcto de la vida o, más aún, dónde bajo la ética infame de la muerte.