Callejón sin salida

    23 mar 2022 / 16:31 H.
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    Alguna situación actual me retrotrae a aquellos años finales de los sesenta cuando temiblemente había que solicitar la beca. Tarea compleja para la que tenías que buscar al entendido porque tu formación en ciernes no daba para resolver la papeleta. Entonces las gestorías eran cosa de capital. Somos los mismos que ahora necesitamos al experto dada nuestra incompetencia ante la maravillosa gestión digitalizada con la que la Administración atiende al ciudadano. Todo desde casa y sin papeles. Ideal, si todo el mundo tuviera la formación y los medios necesarios. Un ejemplo: la Tesorería General de la Seguridad Social, lugar muy concurrido antes de la pandemia. Se trata de presentar unos papeles y dar una explicación. Un cartelón te recibe: “No pasar. La Administración no atiende presencialmente”. Y te remiten a un portal de internet. Lo primero que necesitas, además de ordenador con los requisitos técnicos e internet, es identificarte con un certificado digital. Para obtenerlo debes dirigirte a otro organismo, digitalmente claro; pero para dártelo hay que ir personalmente. ¿Dónde? No se lo van a creer: a la TGSS, el mismo organismo que no te atiende personalmente, al que te hacen pasar por la puerta falsa. Absurdo. Con tu flamante certificado empiezas a rellenar formularios, te atrancas y tienes que pedir ayuda; solo te dan cita telefónica pasados unos cuantos días —¿y si estoy sordo? Te las apañas. ¿Y esto es del Ministerio de Inclusión...?—. Se te acaba el plazo dado por carta. Rellenas de nuevo formularios, precisas un escáner para enviar documentos y se te cierra la sesión por inactividad. Vuelves a empezar y, cuando por fin lo tienes todo, el sistema te dice que no admite ese trámite. Un callejón sin salida. O pagar una gestoría. Para algo que solo hubiera requerido los diez minutos presenciales que te han concedido en un proceso de semanas. Ojo, las quejas van por la misma vía. No, querida Administración, la pandemia ya no da para privar al ciudadano de una atención presencial, necesaria en muchos casos. Ahí están los educadores y sanitarios. Y si lo que se pretende es ahorro de personal, mejor se podría empezar por recortar ministerios. Que antes con menos había para atender al público.

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