Buscar y aceptar

    12 ene 2020 / 11:20 H.
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    Desde que uno es pequeño escucha una máxima: los amigos de verdad se pueden contar con los dedos de una mano. Se trata de un axioma demoledor, porque no presupone tu excelente calidad como persona, sino porque te pone ante el espejo cuando te encuentras solo y te puede hacer sentir tremendamente solitario incluso cuando estás rodeado de gente. Hay “amigos” que se alejan cuando las cosas dejan de ir bien, ya sea porque no tengas tiempo para ellos o porque no puedas ofrecerle la misma calidad del mismo. Sin embargo, resulta más desconcertante cuando las cosas empiezan a mejorar para uno y, aquel que antes te quiso, empieza a descuidarte y olvidarte; cuando de repente tus defectos resultan más evidentes porque no pueden compensar la falta de penuria, cuando ya no eres un reflejo cómodo: ahí surgen las envidias y, con ellas, se destapan las amistades. La amistad solo puede existir entre iguales, sin importar la condición o el origen, entre las personas que puedan aceptarse, admirarse y querer el bien del otro de una forma desinteresada. En tal tarea descubriremos si, antes de tener la suerte de encontrar a un buen amigo, lo merecemos.

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