Buena gente

29 abr 2019 / 09:57 H.

Algún filósofo dijo que los sabios nunca podrían hacer una revolución porque son minoría. En la política actual echamos de menos a las buenas gentes porque siguen creyendo que son pocos para ganar unas elecciones. A medida que me hago mayor y he conocido a tantas personas estoy convencido de que la gente de orden, las buenas gentes, se dejan ganar por su sentido de la humildad. Su modestia les impide dar pasos adelante que podrían ser muy importantes, no para ellos que no valoran el protagonismo, sino para la sociedad en general. Porque el filósofo que hablaba de minorías estaba equivocado, hay más sabios y buenas gentes que corruptos, delincuentes y malhechores. Lo que pasa es que hay que perder el complejo de inferioridad y dar un paso adelante para demostrar que en el mundo hay más gente de buena voluntad que destructores de la paz y la convivencia. La gente honrada debería de perder su timidez alejándose de donde impera la corrupción. Debería unirse y decidirse a combatir a los que pretenden asolar la convivencia, arruinar a los débiles. Tienen que convencerse de que unidos son mayoría y que el hecho de abstenerse contribuye a que el abuso y la maldad se multipliquen. En este momento que está viviendo España no se puede ser neutral. Ya se está viendo la impureza de la política dominada por la ambición, el egocentrismo, que sólo lleva a la desigualdad, a la ruina de miles de familias. Ya está bien. No se puede considerar buena persona nadie que permita estos abusos. Ha llegado el momento de que las personas de bien dejen de esconder la cabeza bajo tierra, como los avestruces. Deben reaccionar y dejar oír su voz y predicar con su buen ejemplo, que es el mejor discurso que pueda darse. Cuando Noé dijo que no encontró diez hombres justos como le pedía Dios para evitar el diluvio creo que no buscó bien. Existen, desde siempre, hombres y mujeres justos en la tierra. Yo, en mi círculo vital que está siendo largo pero no demasiado extensivo, he conocido a bastantes personas buenas. No podría dar sus nombres porque omitiría a más de una inconscientemente. Sólo voy a nombrar a mi amigo Manolo Serrano a quien conocí poco más de una década, porque falleció pronto, pero me sobró tiempo porque para conocer la bondad, la nobleza, la fidelidad y generosidad de Manolo bastaba sólo con una mirada.