Bisuterías
y fruslerías

    03 may 2023 / 09:40 H.
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    En aquel tiempo contraje una novia, que para mi pesar, se adornada de muchas virtudes, entre las cuales se contaba la capacidad que tenía su majestuosa corporeidad en detectar con elocuentes manifestaciones, aquellas impurezas que su organismo repelía. Cualquier ornamento obsequiado desde la ceguera de mi amor que no respondiera a la pureza de joya absoluta, le procuraban al momento unos alarmantes sarpullidos en aquellas zonas destinadas a ensalzar su belleza. De la misma manera y siempre llevado por la necedad de mi amor, cuando alguna vez me brinde a que se deleitara con una carísima mariscada, la falta de frescura adecuada en los crustáceos, se evidenciaba con un rubor facial que la “amapolaba”. Aquello no podía terminar bien, yo era un hombre de conglomerado, fino, pero conglomerado, incapaz de filtrar la mínima adulteración. Con el tiempo y la vejez pareja, creo que me he ido refinando, y en cuanto a mi antigua novia, sólo decir, que el otro día la vi comprando algunas fruslerías en los “chinos”. Sirva esta humilde parábola, en estos tiempos de elecciones, para intentar discernir, al menos la gente de Jaén y sus pueblos, que se quiere : poco, auténtico y cumplido, o las bisuterías que nos venden los voceros.

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