Bienvenido mister Márquez
Tras la marcha de Fernández Moya a Madrid, la ciudad de Jaén recibe a su nuevo alcalde, Francisco Javier Márquez. Muchas líneas editoriales reflejan la ilusión de la ciudadanía por lo que el joven corregidor pueda traernos al municipio, un nuevo talante, generación de empleo, nuevas y reavivadas inversiones, en definitiva un cambio. Viene al recuerdo la legendaria película de Berlanga, de 1953, “Bienvenido mister Marshall”, en la que un pueblo de la España de la Postguerra, prepara con ilusión la visita de los “americanos”, en referencia a los estadounidenses, con ocasión de la presentación del Plan Marshall. Este plan consistió en ayudar a países europeos a recuperarse de la guerra y frenar la expansión soviética. Esta visita no se produciría y los dólares americanos nunca llegarían a España. Salvando las distancias, seis décadas después, Jaén sigue en blanco y negro, necesitada de un Plan de Restructuración serio, llámenlo Marshall, Márquez, o como quieran. Las arcas del ayuntamiento son las que son, el endeudamiento es de record, las necesidades acuciantes, y los presupuestos van a variar poco con el nuevo Alcalde. La partida de gastos de personal y la financiera, prácticamente se comen la dotación económica de la corporación local, sin apenas margen de maniobra para proyectos e inversiones, a diferencia de otras administraciones, como las ahora cuestionadas Diputaciones, saneadas, y cuya partida de gastos de personal supone un 22% de sus ingresos (dato de la de Jaén). Todos somos buenos gestores en la abundancia. La buena gobernanza se demuestra ante la escasez de recursos. Hacer mucho, con poco. Y es en este plano, donde el bueno de Márquez, tendrá que tirar de ese talante conciliador que le caracteriza, en busca de alianzas estratégicas. No tendrá que ir a hablar con los americanos. Tan sólo, buscar líneas de cooperación con otras administraciones, con las que debe existir el interés común de la prosperidad de nuestra sociedad, aparcando ambos las diferencias partidistas. Sólo así, conseguiremos sacar la cabeza del agujero, y que esta procesión de bienvenida a Mister Marshall, no se convierta en una sátira comedia.