Bay bay, euroescépticos

    16 feb 2020 / 10:17 H.
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    A nadie se le escapa que Inglaterra, “La Gran Bretaña”, “La City” por excelencia, nunca estuvo cómoda en el seno de la Unión Europea, de tal manera que siempre ha estado coloquialmente hablando, “de media anqueta” que aunque es un uso caído significa mal sentado o sentado a medias. Más cercanos a los Estados Unidos de América que a sus socios Europeos, siempre ha tenido estatus de socio parcial conservando sus señas de identidad. Inglaterra sigue siendo un punto y aparte en el mapa mundial. Imperialista hasta la médula en su corazón y en su acción, siempre se ha sentido diferente al resto de Europa. Con la monarquía más asentada del mundo ha sabido conjugar lo rancio de La Royal con una sociedad democrática y moderna, pero todo sigue cambiando. Estamos padeciendo ya vientos e incluso huracanes nacionalistas a ultranza, populismos e independentismos que buscan en las raíces profundas la esencia de su existir, seguramente porque el hecho de “pertenecer” ha tenido sus luces y sus sombras, y sobre todo porque el desafecto a la socialdemocracia en Europa ha crecido como causa de no haber abordado debidamente la globalización que desde hace décadas se viene produciendo y está aquí para quedarse, mal que les pese a muchos. El Brexit se ha producido. La catástrofe no se ha materializado aún porque verán: ahora lo que toca es trabajar para abrir y acordar “nuevos acuerdos” con la Unión Europea, porque queramos o no, fuera hace un poco de frio. Quieren un divorcio en el que lo mío es mío, y lo que era nuestro la mitad también es mío. Habrá que ir echando cuentas para que no nos sintamos abandonados y engañados. Entre tanto aquí estamos a vueltas con el asunto de los independentistas catalanes (no sería justo decir con Cataluña porque más de la mitad no lo son), que persiguen un Brexit “a la Española”, que ganas dan de aceptar si no fuese porque el otro cincuenta por ciento no se merece pagar las consecuencias de esta revolución burguesa que quieren llevar a cabo los Pujols , los Mas... , con la ayuda de una CUP que no tiene norte y con una ERC que se mueve entre el misticismo del encarcelado Junqueras, con el zafio Torrá, el impresentable y fugado Carles Puigdemont y el tozudo y borde Rufian. Este personal, si no fuese porque todos tenemos que perder si se produjese una independencia de Cataluña, sería digno de ver metidos en la coctelera de un autogobierno. Pero claro, los experimentos con las gaseosas. Tiempos complejos éstos en los que la aguja de marear da demasiados vaivenes, y mientras tanto la vida cotidiana nos enfrenta a una serie de realidades, que se han ido abandonando durante demasiado tiempo como el desempleo, los salarios bajos, la pobreza infantil y la desigualdad. Y todo ello bajo un fondo de emergencia climática y de baja demografía, que hace las tareas gubernamentales aún más titánicas. Las soluciones de un Mundo necesitado de grandes acuerdos, cada vez con más fracturado e insolidario.

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