Barcelona, ciudad hermana

19 ago 2017 / 11:26 H.

Muchas ciudades firman convenios de hermanamiento con otras localidades de todo el mundo. Por alguna razón, existen lazos que unen a ambas y se presentan como ciudades hermanadas al objeto de fomentar el contacto humano y los enlaces culturales. Además, no sólo se hermanan ciudades, sino que a veces, incluso zonas mucho mayores llegan a acuerdos de hermanamiento, como provincias o comarcas. La idea del hermanamiento de ciudades surgió en Europa, poco después de la II Guerra Mundial, con el objetivo de aportar lazos de unión mayores y de promover proyectos en beneficio mutuo. Son muchas las ciudades que, atendiendo a diversas razones, realizan un hermanamiento con otras villas. Deciden mantener vínculos estrechos de solidaridad. Incluso la Unión Europea fomenta económicamente este hermanamiento, pues ayuda a superar conflictos comunes, se unifican fuerzas para la realización de numerosos proyectos y, sobre todo, se fomenta la personalización independiente de cada ciudad o pueblo. En la provincia de Jaén figuran honrosos ejemplos de hermanamiento. La propia provincia figura hermanada con la comarca de Arezzo en Italia; Linares, hermanada con Barberá del Vallés y Castres en Francia. Úbeda con la también francesa Lage Cap Ferret y Alcalá la Real con Figueras y Lohfelden en Alemania. Sin embargo, Jaén capital, salvo error, no figura hermanada con villa alguna, y se presenta como hija única, en esta red de proyectos en común.

En otro plano de emociones, Barcelona vive jornadas muy dolorosas tras la masacre del atentado terrorista del pasado jueves. Ese sentimiento es compartido con solidaridad, indignación y enorme tristeza por todos los españoles. Atacan el epicentro de la ciudad más turística de España, con ánimo de dañar nuestra economía, nuestro modo de vida, la democracia y nuestra libertad. No van a conseguir doblegarnos y no impregnarán de miedo, ni tan si quiera de odio, nuestras ciudades. Pensar que el terrorismo yihadista es un problema de cada comunidad o de cada país, es caer en un error de bulto. El problema es el mismo, en España, en Francia, Suecia o Reino Unido, y la única forma de combatirlo es a través de la unidad. Esa unidad, va más allá de la coordinación de políticas antiterroristas, y totalmente en contra de la corriente de desmarque basada en una identidad intencionadamente diferenciada. Nos equivocamos si pensamos que somos inmunes a los ataques de este enemigo al que es difícil poner cara, que se presenta, incluso sin armamento, y con el dogma de amar tanto la muerte como nosotros la vida. Este luto, nos hará reflexionar que somos más españoles de lo que creemos y que cualquier pretensión soberanista es temeraria, más aún cuando las distancias entre Barcelona y Madrid, y Jaén, han de ser lo más cortas posibles. No es un sentimiento momentáneo de tristeza compartida, la que nos hace sentir a Barcelona como ciudad hermana. Son muchas los lazos que nos unen con la ciudad condal, y a Andalucía con Cataluña. La emigración en el siglo XX desplazó a más de un millón de andaluces a la “tierra prometida”, formando estos, la novena provincia andaluza fuera de su territorio. No fue una aventura sencilla, las condiciones fueron duras, pero muchos de ellos lograron integrarse y consiguieron que aquellos suburbios, hoy sean barrios de la ciudad, y aquellos andaluces, hoy son padres de auténticos catalanes. Entre las víctimas del cruel atentado, era de esperar, hay andaluces. En este momento de sufrimiento, ofrecemos nuestro hermanamiento, con las manos tendidas, y el convencimiento de que esta alianza nos hace más fuertes y gritar juntos “No tenim por”.