Bancarios

    21 feb 2022 / 16:20 H.
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    Durante estas últimas semanas, e incluso meses, la banca “está en el ojo del huracán” o, lo que es lo mismo, está en el punto de mira, es decir, es objeto de atención mediática. Son diversas las causas que centran el interés en los bancos y, prácticamente, ninguna de ellas es positiva; desde luego, no es la imagen que a sus responsables les gustaría transmitir. Los bancos vienen siendo noticia por los consecutivos y reiterados Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) que se vienen produciendo en el Banco Santander, Caixa Bank, BBVA, Unicaja, Sabadell, etcétera. También preocupa el proceso de desbancarización, entendido como la dificultad de acceso de las personas a una oficina bancaria, como consecuencia del intenso cierre de sucursales, particularmente en el ámbito rural (Jaén con la Caja Rural es una digna excepción). El último episodio ha sido la acertada campaña promovida por el médico jubilado Carlos San Juan contra la exclusión financiera de las personas de mayor edad, bajo el lema “Soy mayor, no idiota”, que ha logrado 600.000 firmas en pocos días para que el Ministerio de Economía tome cartas en el asunto.

    En este panorama nadie se acuerda de unas personas clave en el desenvolvimiento diario de la actividad en las oficinas bancarias, de los verdaderos protagonistas del sector, de los que “dan la cara”, de los que sufren afrentas por parte de clientes enfadados, seguramente con razón, que la “pagan” con el que tienen delante, con el primero que se topan, es decir, con el empleado de la sucursal o, lo que es lo mismo, con el bancario. ¡Ojo! No confundamos banquero, que es el “dueño o alto directivo de una entidad bancaria”, según el Diccionario de la Real Academia Española, con bancario, que según la misma fuente es el “empleado de banco”, el currito, el que sufre en sus carnes el deterioro en las relaciones de la banca con sus clientes, el que soporta los improperios de los usuarios por el tiempo de espera y las largas colas que han de hacer para ser atendidos, el que no puede ayudar a los mayores ante sus dificultades en el cajero automático o en la web, el que comunica al cliente que su cuenta no le rinde intereses pero sí soporta crecientes comisiones de mantenimiento y gastos por la emisión de la tarjeta, el que le transmite que el préstamo solicitado no le ha sido concedido, ello ante personas que acuden a la sucursal con la “sensibilidad a flor de piel”.

    Sí, ese es su trabajo, que tradicionalmente han desempeñado con amabilidad, eficacia y eficiencia, pero que en las actuales circunstancias se ha convertido en algo difícilmente soportable. Dice el refrán que “para muestra, un botón”; pues bien, en el ERE llevado a cabo en Unicaja, recientemente concluido, se contemplaba la salida de entre 1.314 empleados (mínimo) y 1.513 (máximo), siendo finalmente 2.082 bancarios los que han pedido acogerse al expediente de rescisión de sus relaciones laborales con la entidad (569 más del máximo previsto). Esto también ha ocurrido en el Santander, BBVA o Caixa Bank. Los bancarios optan por buscar otras vías laborales o la prejubilación, con la seguridad transitoria que les da la indemnización, antes de seguir en un marco laboral cada vez más hostil. Renuncian a un sueldo medio anual de 27.800 euros que, no siendo los 9,95 millones de euros de Ana Botín, presidenta del Santander, o los 8,27 millones del consejero delegado del mismo banco, o los 5 millones de Carlos Torres, presidente del BBVA, sí que es un sueldo suficientemente digno.

    La explicación hay que hallarla en el proceso de cierre de oficinas (de las 45.600 en 2008 a 22.390 en 2021) y de reducción del personal (de los 278.000 de 2008 a los 158.000 de 2021). Soy consciente de que está justificado por el estrechamiento de los márgenes comerciales y por el cambio a un modelo de banca más digitalizado. No obstante, hoy los bancos suspenden en su atención a los clientes, siendo los bancarios los principales sufridores. Soluciónese el problema de la desbancarización, atiéndase adecuadamente a los mayores, pero no nos olvidemos de la situación de estrés y de la calidad en el trabajo de los bancarios.

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