Bajo la higuera

09 ene 2020 / 10:03 H.
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Hay que tener tranquilidad y no precipitarse en el juicio al flamante Gobierno de coalición de Pedro Sánchez. Ya ven, estamos a jueves y todavía no ocurrió nada realmente preocupante. Se vieron en el acto de investidura algunos detalles y se escucharon algunas cositas capaces de producir vómitos a los más sensibles, pero nada que no se esperara. ¿Quién no se emocionó al ver a Pablo Iglesias llorar tras consumarse la investidura? Un hombre a quien le cuesta trabajo pronunciar el nombre de España y que le tocó ese privilegio en el incalificable sorteo de cargos que hizo Sánchez. ¿No es normal que la separatista de ERC, Montserrat Bassa, diga que la gobernabilidad de España le importa un comino a su partido? Y ¿no es absolutamente verdad que Rufián declare que la legislatura de este nuevo Gobierno durará hasta que ellos —ERC— quieran? Entonces, ¿por qué alarmarse? España es la primera vez, desde que estamos en democracia, que tendrá un Gobierno de coalición y, además, totalmente de izquierdas. Una incógnita que no sabemos qué consecuencias podrá traer para los españoles. Algunas incógnitas individuales sí que parece haber resuelto, como la de Alberto Garzón, ese líder incapaz de llevar a su partido, Izquierda Unida, a ninguna parte, que se cobijó bajo el alero de Unidas Podemos, y ahí fue pernoctando el hombre, sin pena ni gloria, a la sombra de una higuera llamada Pablo Iglesias, alimentándose de higos hasta ahora, cuando parece que le cayó una breva. Ya saben aquello de que Dios le da pañuelo a quien no tiene narices. Este extraño pacto que está abrochado con un débil hilillo ya empezó a levantar las primeras picazones. En voz baja, Pedro Sánchez, recién nombrado presidente, reprochó la ligereza de Pablo Iglesias por desvelar el reparto de cargos de sus correligionarios en la nueva legislatura, algo que corresponde anunciar al presidente. Sánchez debería comprender que alguien, a quien le toca la lotería sin llevar tan siquiera décimos que le acrediten, no pueda evitar la tentación de proclamar su buena suerte. Todo esto estando a escasas horas de la investidura. Es posible que esto que a la gran mayoría de ciudadanos nos parece un desatino sea solo sea un mal sueño. Pero no deberíamos dormirnos porque, mientras, los independentistas tratarán de quitarnos todo lo que puedan.

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