Bajar impuestos

    16 may 2022 / 16:36 H.
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    Bajar impuestos, bajar impuestos, bajar impuestos”. Este es el mantra con el que el principal partido de la oposición al gobierno, el Partido Popular, nos ofrece sus recetas para hacer frente a la actual situación derivada de la guerra en Ucrania y caracterizada por una importante ralentización del crecimiento económico (4,3 por 100 es la actual previsión gubernamental para 2022), altos niveles de inflación (8,3 por 100 en abril), un déficit público significativo (6,76 por 100 del PIB al finalizar 2021) y, asimismo, una deuda pública disparada (1,44 billones de euros, equivalentes al 116,4 por 100 del PIB). ¿En qué se basan los defensores de bajar impuestos en la situación actual? Estoy convencido de que creen en la vigencia de los planteamientos del economista estadounidense Arthur Laffer, asesor de la política económica de Ronald Reagan. La conocida como Curva de Laffer es una representación gráfica de la relación existente entre los tipos impositivos y la recaudación fiscal, de tal forma que cuando la tarifa impositiva es nula, obviamente no hay ingresos fiscales, y cuando los impuestos alcanzan teóricamente el 100 por 100, nadie sería tan tonto como para trabajar, por lo que tampoco habría recaudación fiscal. En suma, en los dos extremos encontraríamos ingresos fiscales nulos. ¿Y entre esas situaciones límite? Según Laffer, a medida que aumentan los tipos impositivos a partir de cero, también aumenta la recaudación fiscal. Así sería hasta llegar a un punto máximo a partir del cual las nuevas subidas de las tarifas tendrían efectos desincentivadores, ya que los individuos empezarían a trabajar menos, a ahorrar menos y a desviar sus actividades hacia la economía sumergida. Ese sería el punto en el que la recaudación fiscal empezaría a disminuir ante nuevas elevaciones de los tipos impositivos. ¿Hay evidencia de que esto sea así? No me cabe duda de que a partir de un determinado nivel de presión fiscal, las subidas de impuestos desincentivan la actividad económica; sin embargo, lo que no tengo tan claro es que en España se haya alcanzado ese punto de inflexión a partir del cual se da una relación inversa entre tipos impositivos y recaudación fiscal. Veamos la situación en España comparativamente con la Unión Europea (UE). Para ello tomemos el concepto de presión fiscal como “el conjunto de impuestos y contribuciones sociales en relación con el PIB”. Pues bien, según los últimos datos obtenidos de Eurostat (Oficina de Información Estadística de la UE), la presión fiscal media del conjunto de países europeos era del 41,1 por 100 y del 41,6 en la Eurozona. En el extremo superior nos encontramos a Francia (47,4), Dinamarca (46,9), Bélgica (45,9) o Alemania (41,7). España tiene una presión fiscal del 35,4 por 100, siendo inferior en solo un reducido grupo de países, tales como Estonia (33,3), Letonia (31,3), Rumanía (26,8) o Irlanda (22,7 por 100). En suma, la presión fiscal está en España 6,2 puntos porcentuales por debajo de la media de la Eurozona y 5,7 de la media de la UE por lo que, consecuentemente, no se puede hablar con rigor de excesiva presión fiscal en nuestro país. Entonces, ¿Es aconsejable bajar impuestos en la situación actual? No olvidemos que dicha reducción incrementaría la demanda y, por tanto, los precios, además del fuerte déficit público existente y el elevado nivel de la deuda pública. Pues bien, si tenemos en cuenta el daño que en determinados sectores empresariales y sociales está provocando la actual crisis derivada de la guerra, posiblemente fuera aconsejable una reducción temporal y selectiva de algunos impuestos (IVA e Impuestos Especiales sobre la electricidad), tal y como ha introducido el gobierno en el “Plan de choque frente a la guerra en Ucrania” e, incluso, una reducción temporal y limitada a las rentas más bajas en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), tal y como reclama el Partido Popular. Sí, puede ser conveniente “bajar impuestos” para afrontar la crisis, pero pónganse de acuerdo en beneficio de los ciudadanos españoles y antepóngannos a sus intereses estrictamente partidistas.

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