Aviso para navegantes

16 jun 2023 / 09:58 H.
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Difícil no pensar en algo que no nos envuelva en nuestra vida cotidiana. Política, política, política. Por mucho que queramos abstraernos. Como quien tiene que pedir una subvención o reclamar en una ventanilla, llamar a una compañía que te va toreando de un lado a otro con llamadas o, el caso contrario, esa compañía que no te atiende por teléfono y solo lo hace por email. Como quien tiene que ir al médico y solo tienes trabas y obstáculos que superar. Todos tan panchos. Como quien debe cobrar el subsidio de desempleo. Como quien cree que tiene derechos y no tiene nada. Como quien posee cierta comodidad o aspiraciones para mejorar, que todo es legítimo mientras no le hagas daño al de al lado... Resulta complicado no pensar y repensar en lo que sucede. Hay de todo, como en la viña del Señor. Mil problemas por resolver en nombre de la igualdad y el igualitarismo. Por ejemplo, esa cifra indefinida, que ronda el millón de votantes, que se abstiene o pasa, no va a las urnas o acaba diciendo que todos los partidos son lo mismo. Ahora resulta —y yo me alegro— que ese nutrido número de electores, que siempre anda por ahí, ha adquirido suficiente conciencia como para aparecer el 23 de julio y dejar su papeleta. A la derecha no le interesa, pero en ese sector se hallará la clave del gobierno de izquierdas, porque si hay algo claro es que esos electores depositarán un voto progresista, porque lo son, aunque ya sabemos que están hartos, descreídos, desengañados, desesperanzados... y por eso no se suelen movilizar. Las encuestas hablan abiertamente —y también me alegro— de que habrá mayor movilización, porque el personal sabe lo que se juega y ese margen que va entre el 60 y el 70% de votantes hará que se incline la balanza hacia la justicia social. Pensándolo bien, me comentaban el otro día, hay muchas cosas que se han realizado durante este gobierno de Pedro Sánchez que ni por asomo se habrían llevado a cabo desde la derecha o la ultraderecha, ¡qué duda cabe! No sé si podríamos hacer una lista, si merece la pena, o si el populacho anda tan desmemoriado que no recuerda nada, pero deberíamos hacerla a modo de aviso para navegantes, que luego vienen las rebajas, las quejas, y dirán que no se les advirtió. Veamos el Salario Mínimo Interprofesional. Cuando el actual gabinete se decidió a subirlo y dignificarlo, rápidamente saltó la derecha, como el cristal, a decir que eso no se podía hacer. E igual saltó la Patronal, los empresarios, cacareando que íbamos a entrar en bancarrota, y recuerdo asimismo declaraciones de algún gerifalte, por su propia cuenta y riesgo, de esos que ganan millones. Claro, a ellos les preocupa que la gente gane 1.200 euros, mientras viven tan ricamente. Se les nota inquietos, porque elevar el SMI a esa cantidad significa muchísimo para sus alcancías, que se verán seriamente afectadas. Ahí se quedaron retratados esos impresentables, que luego van de benefactores, engañando a los trabajadores con la ideología de que el patrón es quien crea riqueza, cuando si no hubiera mano de obra no crearían nada. Y esa masa que gana el mínimo, sin embargo, pasándolas canutas para llegar a fin de mes... A ver, que esto es de primero de Primaria: el obrero vende su mano de obra y, obviamente, genera plusvalía, porque si no el empresario no ganaría dineros, dineros en plural. Eso lo sabe hasta el Niño de la Bola.

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