¡Ave, Pedro!

    08 ene 2020 / 09:00 H.
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    Como sigue la frase del título, lanzada por los gladiadores antes de zafarse en la arena del Coliseo, es a modo de reflexión el pensamiento al que nos estamos encomendando, observándose en el Congreso de los Diputados con claridad una doble vertiente, el miedo exagerado y una esperanza de postureo. No me creo —ni me fío— ni de una ni de otra, no compro ni la hecatombe de la diestra ni la autoridad moral de la siniestra —es su sinónimo, no sean mal pensados—, pero este es el plan que tenemos, además sin medidas claras y directas que puedan mejorar la situación, al menos no se han escuchado ni en el Parlamentos ni fuera de él. A qué atenernos a partir de ahora será difícil de adivinar, más allá de que darán palos fiscales a la riqueza y más dádivas sociales a los presuntos desamparados del sistema, con lo que poco avanzaremos. Romper no creo que se rompa nada, salvo nuestra esperanza en que cada gobierno haría algo bueno de verdad. Ahora bien, lo que cada vez veo más claro es que como a la civilización romana nos están poniendo fecha de caducidad.

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