Autoconocimiento
Vamos a plantearnos el autoconocimiento como base del emprendimiento. La vida con frecuencia nos invita a abandonar nuestros sueños. Aquellos que ya ni siquiera recordamos, y que un día dejamos a un lado en busca de la ansiada y a la vez inexistente, seguridad y estabilidad.
Vivimos la realidad que sentimos, nos toca vivir, independientemente de nuestras inquietudes o de nuestras verdaderas motivaciones. Es más, activamos el “modo automático” y simplemente nos dejamos llevar por el día a día. Incluso nos da miedo pararnos a pensar en aquello que sentimos y preferimos continuar aferrados a esa rutina sin salirnos de los caminos preestablecidos.
Pero, ¿qué pasa con nuestros sueños? Realmente, la libertad de elegir siempre estuvo ahí, junto al resto de opciones que la vida nos va presentando, como fruto de nuestras decisiones, esfuerzo y dedicación. El emprendimiento, no es ni más ni menos que una de esas opciones. Sin embargo, son pocos los que se decantan por ella, no solo por la necesidad de contar con los recursos financieros necesarios, sino también, porque requiere altas dosis de paciencia, creatividad, visión, liderazgo, confianza en uno mismo... Todos estos ingredientes se pueden entrenar con más o menos esfuerzo, dependiendo de las características personales de cada uno. Sin embargo, existe un condimento fundamental, que únicamente se encuentra en tu interior, y que será el verdadero impulso que te lleve a conseguir aquello que te propongas, sin decaer en el intento. Es precisamente por ello, que resulta imprescindible mirar hacia uno mismo, conocerse y aceptarse sin restricciones y sin tapujos, descubrir aquello que realmente nos apasiona y nos motiva, y ser capaces de convertirlo en nuestro medio de vida.
Este conocimiento interno, permitirá al emprendedor que su proyecto sea acorde a sus inquietudes, pasiones y valores, huyendo de convencionalismos y patrones preestablecidos que nos impidan alcanzar una vida plena. Sin duda, el autoconocimiento es una fase clave si planeas emprender.