Aunque sea para un concurso
Guárdalo mamá, aunque sea para un concurso”. Es mi hija la que me da la envoltura de un caramelo cansada de llevarla en la mano y no saber dónde echarla. Tenía razón: no encontramos papeleras por ningún sitio. Afortunadamente ya se nos facilita mucho mantener nuestro entorno limpio. No se le hubiera ocurrido echarlo al suelo, lo mismo que era de obligado cumplimiento mantener la mesa limpia. Son actitudes que hay que fomentar por respeto a nosotros mismos y a los demás. Recuerdo, y es un ejemplo, cuando antes de construir nuestro instituto, estábamos, porque no había otro remedio, en lo que tristemente llamaban barracones. ¿Por qué no respetarlos si era lo que había? Mantener limpias las clases y adornarlas lo mejor posible era una forma de dignificarlas. Recuerdo mis plantas y mi jarrón en la mesa lleno de zumaques con sus maravillosos colores anaranjados y ocres. La belleza y la limpieza tienen que dar la bienvenida a quienes nos visiten. Es la imprescindible carta de presentación en nuestras viviendas, centros educativos y en nuestro pueblo. No podemos sentarnos en una plaza y dejarlo todo sembrado de basura. Repito: ser limpios es ser respetuosos con todo y con todos. Cuesta poco.