Acéptame, ya soy como me dijiste

09 dic 2017 / 22:32 H.

Zaratrusta. “Así habló Zaratrusta” para decirnos que Dios había muerto. Y con él tantas cosas... Una de ellas, el plano concupiscente, como llamaran los griegos al mundo de las ideas y al que habíamos de retornar, en el momento en el que pudiéramos abandonar la cáscara física que encadenaba nuestra alma. Sí, también suena a la Biblia, pero es que el listillo de Agustín de Hipona, se lo copiara a un tal Platón cuando, tanto él como otros, aún se inventaban su secta cristiana. Volviendo al tema, es Nietzsche el que rompe la figura arcaica del sabio raquítico y descuidado de biblioteca, que durante tantos siglos nos lastrara, y la cambia por la del lector en buena forma física. Pero de aquella metáfora, tan sólo recordamos la segunda parte: la del cuerpo hercúleo. Sólo hay una manera de ponerse en forma físicamente, y es a través del ejercicio. Hacer deporte es una de las actividades más saludables y que mejor resume la máxima de que la mejor cura es la prevención. Y sí, todos oímos hablar del primo de Luquitas, que salía a correr todas las mañanas, ni fumaba, ni bebía, pero que un día, paseando, fue atropellado por un automóvil. Bueno, hay veces que La Muerte viene a recogernos, pero suele estar tan atareada atendiendo a los que la buscan, que es más anfitriona que visitante.

Camiseta y pantalón deportivos, acompañados del calzado apropiado, debieran ser una imagen gratificante e inspiradora. Pero si Disney no hiciera que sus héroes intentaran por todo los medios salvar a sus villanos hasta el último momento, no sería Disney. Y las zapatillas, bermudas o camiseta, sin un felino cosido por niños en talleres del Este o del Sur, no serían deportivas. Ya tenemos el modelo, la marca y el mercado. Modelo impuesto, por supuesto, contrarrestando la idea de que la belleza está en la diversidad, con bombardeos mediáticos de que lo parecido a uno es bello. Recordad amigos, que no hay nada peor en el mundo que ser feo. Si eres malo, en fin, tenías tus cosillas, pero como no te saques el entrecejo, estás jodido. Conseguido. La aceptación personal convertida en aprobación de grupo. Volvemos a la adolescencia: Autoestima 0, Dependencia Social 1.

Para no ponerme pesado, decir que una vez creada la necesidad, es fácil alimentarla. Si en la india tienen Bollywood, en España no íbamos a ser menos. Aquí tenemos Mediaset y sus preparados para campeones: “¡desayuna acompañado de nuestros clones, musculitos expertos en nada, que chulean a nuestras aún más preparadas Barbis, para que te quede claro tu papel en una relación!”; “¡puedes también comer con personas desgraciadas que lo han pasado mal en la vida, pero que con un corte de pelo nuevo y maquillaje, se convertirán en triunfadoras!”; “¿te ha sabido a poco? ¡Pues sobremesa de verduleo, marujeo, postureo y veneno hasta la hora de la cena!” Son unos profesionales y saben perfectamente qué y cómo hacerlo: no sólo te venden la droga, también la cura. Programas como Súper Nany o Hermano Mayor, en los que tratan de dejar esa sonrisa redentora que tanto vende. Toda una subcultura creada por y para vivir del culto al cuerpo. En “Dolor y Dinero” hay una interesante reflexión de volver a la ley del más fuerte. Eso sí, de los vacíos modelos que fomentan el onanismo, síntomas inequívocos de una sociedad podrida, buscándose a sí misma.

Imaginad a un joven totalmente vulnerable a estos estímulos, que reparte su educación entre aburridos colegios con sus institucionalizados funcionaros, y la televisión. No tardará en hacer lo que le dicen: elegir bando de la Guerra Civil, digo equipo de fútbol, y estar atento a las demagógicas actualizaciones de cualquier personajillo con minutos en pantalla o redes sociales. ¡Dame algo distinto, déjame crecer, tener aficiones! El mal endémico de una sociedad sigue siendo el ocio, ese caldo de cultivo que han usado los depredadores de cada época para adoctrinar a los sumisos. Ahora son los “me gusta”, el número de seguidores de una publicación y el número de amigos virtuales. Dictadores de todo el mundo, brindad a nuestra salud, ¡estamos listos para obedecer!