La fulgurante armadura de Clara Peñuela

16 nov 2019 / 11:58 H.
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Desde pequeña le gustaba aprender, evolucionar, ir más allá... Ansiaba conocer cosas nuevas. Clara Peñuela Sánchez, nacida y criada en Torreperogil, tenía sueños, quería hacer de este mundo un lugar más justo, más humano. Y estaba dispuesta a salir y explorar. Cuando terminó la EGB pidió a sus padres ir al instituto, en Úbeda, pero la sobreprotección familiar excesiva se lo impidió.

—¿Qué ocurrió?

—Pues, sencillamente, que yo tenía mis planes, pero mi madre tenía los suyos: que aprendiéramos a coser y fuéramos unas excelentes amas de casa.

Durante tres años, Clara y su hermana gemela aprendieron a coser en una academia de Corte y Confección. Trabajaron cosiendo para la calle y, más tarde, en un taller de costura del pueblo.

—¿No le gustaba?

—No era lo que yo soñaba —sonríe—. Pero es que, en el pueblo, las mujeres teníamos tres opciones: Coser, el campo o casarse y cuidar de tu marido y de tus hijos.

—¿Y qué hizo?

—Trabajé y esperé.

Al cumplir los 18 años, con la mayoría de edad, volvió a decir a sus padres que no era esa la vida que deseaba, que quería estudiar. Se fue a Úbeda, donde cursó una FP en la rama de Administrativo y el Ciclo Superior de Administración y Finanzas. Lo único que no había contemplado jamás es que un día, para cumplir todos esos sueños, tendría que dejar de caminar junto a su hermana gemela.

“Fue muy duro; éramos idénticas e inseparables, pero necesitaba salir”, confiesa.

Encontró trabajo en Almería y, posteriormente, de vuelta en Jaén, entró en la Asociación Objetivo Vida, (hoy Asociación para la Integración y Desarrollo Comunitario Avance), cuya finalidad es trabajar en barrios en situación de vulnerabilidad social.

Pronto empezó a llevar el Programa de Formación y Empleo para el colectivo en riesgo de exclusión social de la Magdalena.

“Descubrí entonces mi verdadera vocación y me decidí a estudiar Trabajo Social”.

Salía de su trabajo a las tres de la tarde y a las tres y media empezaban las clases en la Universidad. Sus hijas tenían entonces 6 años, la mayor, y algunos meses, la pequeña. Fue una época dura, pero muy enriquecedora. Durante los 17 años que ha estado en la asociación, ha trabajado con mujeres en riesgo de exclusión social: etnia gitana, sin formación, atendidas por los centros sociales, víctimas de violencia de género... Es por eso que, Clara y otras compañeras, se dieron cuenta de la urgente necesidad de actuar específicamente con ellas y crearon la Asociación de Mujeres La Muralla de Jaén.

—¿Por qué mujeres?

—Porque las mujeres tenemos más dificultades para todo. Hay mucho machismo en el mercado laboral, en las familias; también entre los jóvenes. Nos exigen demostrar mil veces nuestra valía. He trabajado en entornos machistas y me he visto obligada a llevar una armadura para soportarlo, brillante, pero amarga, a renunciar a meses de mi baja maternal... Siempre luchando.

—¿Qué necesitan las mujeres?

—Trabajo y formación, porque solo la independencia económica da la libertad. He visto tanta desigualdad, injusticias y desesperación... Mujeres que buscan un futuro y solo encuentran trabas. Por eso, cuando una mujer cambia su vida a mejor mi satisfacción es enorme.

Desde La Muralla ofrecen formación becada a las mujeres, financiada por la Consejería de Igualdad, les ayudan en la búsqueda de empleo y disponen de un Centro de Acceso Púbico a Internet (CAPI), gracias al que, niños y mayores, aprenden nuevas tecnologías. También acometen programas de coeducación en los institutos con el fin de educar en valores a los menores. Además, Clara es vicepresidenta de la Red Andaluza de Lucha Contra la Pobreza (EAPN), de la que forman parte 55 asociaciones entre las que se encuentran Cáritas, Secretariado Gitano o La Muralla. 0

Ahora mismo, en búsqueda activa de empleo, no para de trabajar de forma desinteresa. Su objetivo es la mujer. Le gusta pasar todo el tiempo que puede con su marido y sus hijas y, aunque se ríe mientras lo cuenta, leer el BOJA para alimentar a la asociación de todo cuanto pueda.

—¿Es suficiente la ayuda para las mujeres?

—En absoluto, pero habrá que seguir... Por ellas, por nosotras.

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