la unión hace la fuerza
La tradición sostiene que el Rey Enrique IV de Castilla ordenó la ejecución de los hermanos Carvajal lanzándolos en una jaula que rodó desde la Peña de Martos hasta un punto concreto del municipio, donde se levantó una cruz sobre una columna de piedra, La Cruz del Lloro, como símbolo de la compasión de los habitantes de Martos. Esta cruz da nombre a la asociación de vecinos que, desde hace más de diez años, dirige María Dolores Virgil López. Nacida en el Cortijo Los Luises, entre Martos y La Carrasca, estudió en el Instituto Fernando III, donde conoció a su marido. Se casaron muy jóvenes y Loli se dedicó a ser ama de casa y cuidar de su familia. Pendiente de la educación de sus tres hijos, formó parte del Consejo Escolar y fue presidenta de la AMPA La Labradora, del Colegio Virgen de la Villa y, más tarde, de la del Instituto San Felipe Neri.
Siempre ha tenido claro que la unión hace la fuerza y, defensora del asociacionismo como mecanismo de lucha y mejora de las condiciones sociales, desde 2002 es miembro de la Asociación de Vecinos La Cruz del Lloro, primero como secretaria y, desde 2006, como presidenta.
—Se trata de una asociación muy dinámica.
—Sí, de eso se trata, y constituye su esencia... Somos alrededor de 800 socios, una de las más grandes... Su finalidad es promover la defensa del consumidor y fomentar los derechos de los ciudadanos para un desarrollo social más justo, elevar los medios de vida y subsistencia familiar, además de colaborar con los centros docentes y organizar actividades recreativas, deportivas y de ocio.
— ¿Qué actividades realizan?
— Desde la asociación intentamos rescatar las tradiciones, las costumbres y las fiestas antiguas del pueblo... Hacemos muchas actividades: talleres de mantillas, peinetas, bolillos, cocina, punto veloz... Fomentamos la igualdad; los hombres cocinan, cosen, participan en los actos del Día de la Mujer... Hay gente de ambos sexos y de todas las edades. Los socios pagamos una cuota, pero para algunas actividades contamos con el apoyo de la Concejalía de Participación ciudadana y Servicios Sociales del Ayuntamiento, que fomenta e impulsa la labor de las asociaciones.
En febrero celebran la Candelaria, en marzo, el Día de la Mujer, en mayo, la Cruz, en septiembre, la verbena, y terminan el año con la copa de Navidad. Participan en las actividades del Centro de la Mujer, como la manifestación del 25 de noviembre contra la violencia de género; organizan charlas con la Asociación Jiennense de Alcohólicos Rehabilitados para crear conciencia del daño personal y familiar que el alcohol provoca. Cada año, al finalizar el curso de cocina, editan un libro con las recetas que recuperan; tienen un club de lectura... Sueña con tener un hogar del jubilado para las personas mayores. “No quiero que nadie se sienta solo...”, afirma.
Defensora de la igualdad, le preocupa la actitud de algunos hombres con respecto a la mujer. “Hay mujeres que han de estar pendientes del WhatsApp las 24 horas del día y temen hacer cualquier cosa que no les parezca bien a sus parejas”, manifiesta.
—¿Se refiere a mujeres mayores de la asociación?
—No necesariamente; también chicas solteras, jóvenes, educadas en libertad... Es preocupante porque la juventud parece estar dando un paso atrás... Y eso no lo soporto. A las mujeres nos queda mucho camino por recorrer...
Loli es una mujer fuerte y sensible, con ganas de cambiar el mundo. Siempre tiene algo que hacer, una persona a la que ayudar... Pero, a pesar de su fortaleza y sus ganas de luchar, el sufrimiento ha dejado una huella imborrable en ella. En 2011 perdió a su hijo Evaristo Jesús, a la edad de 27 años. “En cinco meses se me fue y ese dolor jamás se olvida. Es algo imposible de superar”, confiesa.
Ese pesar la acompaña cada instante de su vida, pero se levanta, sonríe y sigue luchando por su familia, sus hijos, Manuel y David, y cualquiera que tenga un problema. Le gusta leer, coser y hacer todo tipo de manualidades. Cuando hace buen tiempo, al anochecer, saca su silla baja de anea y se sienta a la puerta de su casa para conversar con sus vecinos. Le interesan los problemas sociales y habría querido estudiar Derecho porque su auténtica pasión no es otra que defender, asistir y amparar a todo aquel que lo necesite.