Arriba las banderas, abajo banderías

27 nov 2016 / 11:23 H.

Es tiempo de banderías, de dedos acusadores que te señalan de por vida porque una vez no atendiste como se merece el líder del pesebre donde comen tantos correveidiles y pelotas, abrazafarolas y zafios mentecatos. Es tiempo de señoritos que emponzoñan la política y la vida, la comunidad de vecinos y hasta el fútbol, que medrar es ejercicio altamente valorado en tiempos de ignominia y trepar una habilidad innata de los nuevos advenedizos en todo, hasta en la propia democracia de la que nunca bebieron. El “señor Jota” quiere hablarles de banderas y banderías en esta contracrónica de fin de noviembre, lluvioso y placentero para el campo de olivares que cantara Machado a ese mar que ahora empieza a desparramar en aceite y grisáceo o esplendoroso para quienes tuvieron a Fidel Castro como el culmen del bien revolucionario, el no va más de la represión a cuentas de la Revolución. O blanco o negro.

“Sembremos fe y estaremos sembrando libertades; sembremos aliento y estaremos sembrando libertades; sembremos solidaridad y estaremos sembrando libertades”. Así de claro lo tenía Fidel Castro, fallecido ayer en Cuba a los 90 años. Con él desaparece una figura legendaria, tras él ya nada queda de las revoluciones del siglo XX en Latinoamérica, después de él y con un señor como Trump al frente de Estados Unidos cualquiera sabe qué nos depara el mañana, incluso el hoy mismo entre esa mezcla de locura y narcisismo. Ese es el temor del “señor Jota”, con el mundo y con Jaén, especialmente temoroso estuvo siempre “el señor Jota” con el Santo Reino olvidado y triste, víctima de sí mismo y de sus gobernantes. Tristeza insana y de lluvia fina, que las banderías siguen copando la vida en todas sus esquinas, que las banderas de la ilusión y las ganas, el ejemplo y la autoestima no asoman en esta tierra como debieran, como en otras provincias hermanas. Decía García Márquez que “recordar es fácil para quien tiene memoria y olvidar difícil para quien tiene corazón” y quizá por ello se nos llene la boca de libertades y ejemplaridades, como a Fidel Castro, y luego miremos para otro lado, así no nos dañamos, nos engañamos a nosotros mismos y pretendemos que nadie sea consciente de ello, pese a lo cantoso de nuestro proceder. Jaén ya no le quita el sueño a nadie, no es preocupación cierta y verdadera, de esas que llegan un día los que mandan y en un plis plas diseñan cosas gordas para revitalizar un territorio con infraesctructuras y empresas que echan humo. Que nadie se llame a engaño, así es, así estamos, en un inmenso océano de desesperanza en forma de una nueva salida de jiennenses de su casa y su familia... Con todo, el “señor Jota” siempre optimista y posibilista, incluso tirando a iluso porque a menudo se las dan todas en la misma mejilla y también en la otra nunca olvida al genial Cervantes: “Confía en el tiempo que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”. Amén.