Arriba las banderas, abajo banderías
Es tiempo de banderías, de dedos acusadores que te señalan de por vida porque una vez no atendiste como se merece el líder del pesebre donde comen tantos correveidiles y pelotas, abrazafarolas y zafios mentecatos. Es tiempo de señoritos que emponzoñan la política y la vida, la comunidad de vecinos y hasta el fútbol, que medrar es ejercicio altamente valorado en tiempos de ignominia y trepar una habilidad innata de los nuevos advenedizos en todo, hasta en la propia democracia de la que nunca bebieron. El “señor Jota” quiere hablarles de banderas y banderías en esta contracrónica de fin de noviembre, lluvioso y placentero para el campo de olivares que cantara Machado a ese mar que ahora empieza a desparramar en aceite y grisáceo o esplendoroso para quienes tuvieron a Fidel Castro como el culmen del bien revolucionario, el no va más de la represión a cuentas de la Revolución. O blanco o negro.
“Sembremos fe y estaremos sembrando libertades; sembremos aliento y estaremos sembrando libertades; sembremos solidaridad y estaremos sembrando libertades”. Así de claro lo tenía Fidel Castro, fallecido ayer en Cuba a los 90 años. Con él desaparece una figura legendaria, tras él ya nada queda de las revoluciones del siglo XX en Latinoamérica, después de él y con un señor como Trump al frente de Estados Unidos cualquiera sabe qué nos depara el mañana, incluso el hoy mismo entre esa mezcla de locura y narcisismo. Ese es el temor del “señor Jota”, con el mundo y con Jaén, especialmente temoroso estuvo siempre “el señor Jota” con el Santo Reino olvidado y triste, víctima de sí mismo y de sus gobernantes. Tristeza insana y de lluvia fina, que las banderías siguen copando la vida en todas sus esquinas, que las banderas de la ilusión y las ganas, el ejemplo y la autoestima no asoman en esta tierra como debieran, como en otras provincias hermanas. Decía García Márquez que “recordar es fácil para quien tiene memoria y olvidar difícil para quien tiene corazón” y quizá por ello se nos llene la boca de libertades y ejemplaridades, como a Fidel Castro, y luego miremos para otro lado, así no nos dañamos, nos engañamos a nosotros mismos y pretendemos que nadie sea consciente de ello, pese a lo cantoso de nuestro proceder. Jaén ya no le quita el sueño a nadie, no es preocupación cierta y verdadera, de esas que llegan un día los que mandan y en un plis plas diseñan cosas gordas para revitalizar un territorio con infraesctructuras y empresas que echan humo. Que nadie se llame a engaño, así es, así estamos, en un inmenso océano de desesperanza en forma de una nueva salida de jiennenses de su casa y su familia... Con todo, el “señor Jota” siempre optimista y posibilista, incluso tirando a iluso porque a menudo se las dan todas en la misma mejilla y también en la otra nunca olvida al genial Cervantes: “Confía en el tiempo que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”. Amén.