Aroma a papel

Cierra la última librería del barrio, un referente cultural de la ciudad. Al pasar, el escaparate siempre te sugería un libro acorde a tu estado de ánimo. Entrar y ojear las contraportadas, hojear los libros oliendo ese aroma que desprende la mezcla de tinta y papel en un libro nuevo, mayores y pequeños se entrecruzan en un espacio acogedor para todos. Imaginar cómo vivirán los otros lectores el ejemplar que han escogido para llevarse. Escuchar el consejo del librero o las conversaciones de aquel ambiente para iniciar un nuevo viaje. Pero el “Se traspasa” dejó paso al “Cerramos”. Hay un bullicio como nunca, cazadores de gangas amontonando ejemplares motivados exclusivamente por el porcentaje marcado en esa portada que ni miran. Los otrora libreros son hoy simples cajeros cariacontecidos... Pues esta columna es (todavía) una utopía. Pero si seguimos leyendo (solo) a base de clicks, esos céntimos que ahorramos, y que no pagan la vida de una librería, harán que pronto recordemos esta columna y lo lamentemos. Baja a tu librería, dedica tiempo a seleccionar, ojea y hojea, interactúa, compra un libro... y presume en público de su lectura.