Aquellos veranos...

    15 ago 2025 / 09:10 H.
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    Conforme el tiempo va regalándome años, estaciones y días, con su chispa de novedad y sabiduría cotidianas, voy cerciorándome —cada vez más— del mitificado paraíso perdido de mi infancia que puedo rememorar, una y otra vez, cual bálsamo de Fierabrás... Así, feliz y contento, siempre ligero de equipaje, porque mis necesidades y preocupaciones tenían la seguridad de ser resueltas eficientemente por mis progenitores, es como recuerdo los años dorados de mi infancia, en la que ellos jugaban un papel tan capital en mi corta vida. Entonces eran estíos largos y bien aprovechados en donde la calle, con vecinos y amigos, constituían el improvisado campo de juego y de batalla para vencer al tedio y a lo desconocido e ir aprendiendo cómo la vida me iba mostrando su cara amiga y su cruz amarga, pero que al tener las espaldas bien cubiertas todo se resolvía satisfactoriamente, mientras la conciencia del ser y estar iba construyéndose y madurando cada día. La inmensidad, la dulzura y la inocencia de aquellos veranos van agrandándose en mi mente, sobre todo cuando los contrasto con la infancia que hoy viven mis nietos... ¡Qué tiernos, bellos y añorados aquellos veranos de mi infancia!

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