Apagón en el alma
Él era casi nueve años mayor que yo, pero Pepe Sánchez Buendía y yo nos criamos bajo la sombra de los árboles de la Alameda, que compartimos muchos años. Éramos casi familia, porque vivíamos uno enfrente de otro y porque él era sobrino carnal del que fue mi tío político, Felipe Sánchez Oñate, hermano de su padre, Antonio, con quien entonces, además de vivir en la misma casa, compartía una aserradora y un taller de carros y aperos de labranza en la calle Adarves Bajos. Nuestra convivencia era cercana y continua.
Luego llegan los años, el trabajo y otras obligaciones que nos separaron. Nos veíamos poco, pero el afecto siempre se mantuvo intacto no solo con Pepe, sino también con sus hermanas Matilde, ya fallecida, y Elena. Pepe Sánchez apuntaba desde muy joven una inquietud que le empujaba más allá de seguir en el negocio de su padre. Se hizo mayorista de carbones y minerales y, cuando llegó la invasión de los combustibles líquidos y gaseosos, en 1966, logró hacerse distribuidor de butano en nuestra ciudad, creando la Cooperativa Sur de Jaén, de la que fue presidente. Años después, se hizo cargo de la Secretaría de Derecho y Humanidades del Campus Universitario de Jaén y desarrolló una incansable labor en el campo del sindicalismo. Su actividad era eficaz e inagotable. Contrajo matrimonio con Trini Botello, una mujer muy popular y querida en nuestra ciudad por su arte en el baile y por la labor docente que realizó en escuelas y al frente del Grupo de Coros y Danzas de Educación y Descanso. Trini falleció en 2010. Y fue la muerte de su esposa la que hizo que nuestros contactos volviesen a ser más frecuentes.
Pepe quería editar un libro con la historia artística y humana de su mujer y tenía especial interés en que fuese yo quien la escribiera. Un proyecto que al final no llegó a realizarse. Aún tengo en mi poder un dossier con información sobre las muchas actividades de Trini que, muy probablemente, algún día utilizaré para ofrecer un recuerdo a aquella gran mujer y a su esposo, porque mi amigo Pepe Sánchez Buendía falleció el pasado día 1. Justo cuando las luces de la Navidad comenzaban a lucir, la vida de Pepe se apagó, dejando mucha oscuridad en el alma, sobre todo en las de sus hijos Antonio, José David y Miguel Ángel, y su hermana Elena, a los que envío mis condolencias con un abrazo muy fuerte.