Apagón cerebral

    11 may 2025 / 08:48 H.
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    Benditos tiempos estos en los que, gracias a nuestros líderes —los políticos y los otros—, sé cuándo soy machista, feminista, racista, tolerante, xenófobo, solidario, fascista y progresista. Sé qué libros leer, qué canciones escuchar y qué películas ver. Tengo una opinión sobre todo y sobre todos sin haberla razonado. Distingo perfectamente el Bien del Mal y la Verdad de la Mentira y, con semejante lucidez, acometo con solvencia mi cotidiana rutina. Como alumno aventajado, sigo el camino de baldosas amarillas, deteniéndome a oler las flores de colores. Evito todo conflicto, no discuto y obvio cualquier objeción que se me pueda plantear. Ellos no tienen razón y yo sí. Y soy monárquico constitucional hasta que toque ser republicano brumario. Que sí, que hay que rendirse. Nos empeñamos en complicarnos la vida y, en lugar de seguir las directrices marcadas por los que entienden, persistimos en ejercer nuestra pequeña y absurda libertad para poder mirarnos en el espejo y sonreír, creyéndonos alguien. Y no, yo no. Claudico. A partir de mañana se acabó navegar contra corriente, se acabó cuestionar a los sabios. Ya no quiero pensar más, me duele la cabeza y se me nubla la vista. Yo solo quiero dormir. A oscuras.

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