Antiguo Jaén

21 mar 2016 / 17:00 H.

A veces, me pierdo por los barrios de la ciudad antigua, en la calles que ascienden por la falda del castillo, rodeándolo a lo largo de dos vías paralelas, Martínez Molina y hasta La Magdalena, y Millán de Priego con todos sus aledaños; y entran los arrabales y campillejos, como el sitio —que ya no Senda de los Huertos—, Calle Llana, del Pozo o Camarín de Jesús. Son lo más entrañable y auténtico: sus casitas unifamiliares con patios interiores, jardines o pequeños huertos, o blasonadas y singulares, la forma más razonable de vivir la historia de sus gentes populares, sencillas o insignes. Sin lo autóctono ya todas las ciudades serán iguales. En algunas plazuelas y rincones con sabor se han levantado edificios modernos de varias alturas, rompiendo la armonía. La parte antigua de una ciudad es el “acta notarial” de los sucesos, de las gentes que la han conformado, de lo que fuimos, de nuestra peculiaridad. ¿No habrá que salvar más este testimonio de su Conjunto Histórico?