Ana, Anita, Adamuz

    12 may 2020 / 16:27 H.
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    María Guerrero, Lola Membrives y Ana Adamuz fueron las tres mejores “malqueridas” que Jacinto Benavente jamás pudo imaginar. Anita nació en Escañuela, aunque se crió en Málaga. Pronto le tiró el teatro y ese Madrid lleno de artistas. Allí triunfó y fue enterrada con 84 años, en 1971. Decía su obituario en ABC: “Desaparece la última de las grandes figuras que iniciaron en los comienzos de este siglo su carrera”. Lo suyo era el drama, aunque también la alta comedia. La de los Álvarez Quintero. Siempre, Benavente. Estrenos, Oscar Wilde. Noveles, Joaquín Dicenta (hijo, para nosotros, padre). Cine, poco y bien escogido: las dos versiones de Currito de la Cruz (1926, 1936, muda y sonora); La hermana san Sulpicio (1934, con Imperio, sonora y lejos de Marmolejo); La Dolores (1940, con la Piquer) y Brindis a Manolete (1948, con Paquita Rico). Decía en 1924 la Adamuz: “Yo no sé como soy. Sé únicamente que he bebido en muy buenas fuentes: la Guerrero, Rosario Pino... Lo que valgo a ellas se lo debo. Soy más que nada una actriz dramática. Entre las actuales, probablemente, soy de las que más trabajo de época tienen hecho. Y ya no me saca usted una palabra más del cuerpo para la interviú”.

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