Amor en tiempos de odio

20 dic 2023 / 10:28 H.
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La Navidad en Belén y tierra santa estará teñida este año de sangre, odio y rencor. Mientras el secretario general de Naciones Unidas sigue haciendo lo imposible por poner fin a una guerra que está suponiendo la muerte y la agonía de todo un pueblo hacinado en la longitud de una franja de tierra, la sinrazón de una acción que brota del odio, el rencor y la desconfianza seguirá decidiendo los destinos del pueblo palestino. Pocos turistas y peregrinos cristianos desfilarán este año a la Basílica de la Natividad, el lugar donde nació Jesús de Nazaret y que los cristianos celebraremos el próximo domingo. En occidente seguiremos celebrando la Navidad con la opulencia de siempre mientras la comunidad internacional y Estados Unidos siguen sin ser contundentes ante este dra-ma humanitario, como si se tratara de un episodio bélico más dentro de un conflicto cronificado en el tiempo. Lo mismo ocurre con el conflicto de Rusia y Ucrania, que ha pasado a formar parte del ecosistema de conflictos en la Europa del este.

El mundo necesita de una paz duradera que garantice el derecho de los países y los pueblos a mantener sus fronteras y proteger a sus gentes. La premisa de la seguridad tiene que ser real, porque sin seguridad no hay paz posible. No hay mejor órgano para seguir garantizando esa seguridad que Naciones Unidas, donde nos reconocemos todos los estados del mundo. La apuesta por la multilateralidad debe seguir siendo la línea de acción prioritaria para garantizar la paz y la seguridad en el mundo.

Este tiempo de amor que la Navidad aporta debería ayudarnos a buscar otras perspectivas para entender la convivencia en una tierra castigada desde los tiempos bíblicos. Tiempo de paz es la letra de uno de los villancicos más populares de la Navidad y paz y amor es la receta y el deseo que más urge en estos tiempos. Necesitamos buscar la paz y huir de las guerras que nos tienen encogida el alma los últimos tiempos. Pero también necesitamos de paz, sosiego y una democracia serena en nuestro país. Más debate y menos amenazas, gritos y chantajes. Más amor, empatía y respeto mutuo hay que pedirles también a nuestros políticos. Por respeto a la democracia y por respeto a la ciudadanía.

No puede haber amor sin justicia y nuestra cultura, nuestra sociedad, nuestros políticos deben entender que no hay amor posible sin respetar este principio y defender los derechos civiles de todo el mundo. El amor es un gran motor transformador y no sólo un sentimiento de románticos. El amor es también un sentimiento de compromiso con nuestro entorno. Tenemos que aprender a amar como los viejos cristianos, y aunque la familia es nuestra primera escuela de amor, la madurez nos lleva a comprender que el amor no soporta la mentira ni las manipulaciones. La sociedad necesita renovar sus compromisos con la sinceridad y sería deseable acabar con esa tendencia hacia la mentira y la manipulación que tanto daño está haciendo a las democracias. La mentira se ha convertido en una norma aceptada hasta el punto de que decimos mentiras cuando es más fácil decir la verdad. Como recomienda Thomas Moore, optar por una ética del amor significa vivir día a día todas las dimensiones del amor: el cuidado, el compromiso, la confianza, la responsabilidad, el respeto y el conocimiento. Esperemos que este 2024 nos traiga más amor y menos odio, más empatía y menos crispación. Os deseo a todos mucho amor para afrontar las adversidades que nos encontramos en el camino.

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