Amiga mascarilla

    11 jul 2021 / 14:38 H.
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    Amiga mascarilla, has de saber que seguimos confiando en ti. Te has sentido abandonada tras todos estos meses de íntima convivencia, pero sigues formando parte de nuestro día a día y estamos orgullosos de ti. Nos asombró la risilla extraña de la máxima responsable de Sanidad mientras anunciaba que podíamos prescindir de tu compañía y la achacamos a esa necesidad que tiene la política de hacerse con logros que sean capaces de generar aplauso. También su jefe, el de todos, apareció en los medios casi arrogándose el triunfo contra la invasión vírica. Tú nos miraste, atónita, desde tu bolsa, y moviste, dubitativa, las gomas de un lado a otro mostrando tu inquietud. Sabías que tu presencia era muy necesaria, que las alharacas de políticos pendientes de quienes estaban hartos de ti, solo eran posturas de falso triunfo. Y eso te apenó. Rápidamente os reunisteis en cónclave las higiénicas, las FFP2, las de tela lavable, las FFP3 o las quirúrgicas y en vuestros pliegues podía verse la preocupación. Trataban de lanzaros a la duda, a la posibilidad de elección de uso, a ser colocadas en la categoría de responsabilidad personal. Vosotras ya nos conocéis. Somos muy dados a la queja. Nos molestáis al respirar, nos provocáis cierto sofoco, jugáis al escondite con las gafas empañándolas y hasta a algunas orejas se les marcan vuestras gomas. Todo un catálogo de desdichas que desde la política intentan solventar dejando que os usemos cuando mejor creamos. Enfrente, más allá de las molestias, está el frente vírico al acecho frotándose las patillas marcianas con que nos lo dibujan y deseando que las gentes hagan caso de la apresurada orden que os arrebata la obligatoriedad. Pero, para sorpresa de algunos, las personas con las adecuadas dosis de sensatez y de conocimiento de la situación os han seguido usando en un elevado porcentaje. Aun así, la irresponsable actitud de algunos, evitándoos, nos está llevando a una quinta ola de la que costará, una vez más, salir indemnes. Amiga mascarilla, te llevo conmigo, respiro contigo y te paseo por calles, parques, jardines y cualesquiera lugares del mundanal ruido. Sé que eres mi mejor amiga, mi mejor protección y las recomendaciones de que te olvide no me harán cambiar de opinión. La salud debe ser el bastión que ofrezca cuartel a la economía y a la política. No al revés. Es curioso que tras las alegrías de tu destierro hayamos recaído de nuevo. Ya hay próceres que se están arrepintiendo de haberte enviado al cajón de lo que fue, pero ya no es. Y no tardaremos en volver a coronarte la reina de la fiesta. Mejor que reines tú a que ese bicho maligno que nos vigila nos envuelva con su pérfida infección. Acompáñanos, por favor. Creemos en ti.

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