Americano en Jaén
Justin llegó en septiembre de Chicago y aterrizó en Jaén. Lo de aterrizar en Jaén es una metáfora, claro está. Pasar de la ciudad estadounidense a la nuestra, en teoría no debe ser fácil. Pronto lo llevé a una exposición de pintura de mi amigo José Manuel Galicia en La Barra. Allí probó el Rossini, la morcilla y las cortezas entre otros productos con la familiaridad del que se ha criado en la calle Cerón. Más tarde vinieron las lumbres de San Antón, donde disfrutó echando ramón a la hoguera de La Merced. Luego vinieron otras experiencias bastante autóctonas, como ir a La Magdalena a por rosquillas de San Blas, merendar churros en el Colón o asistir a un concierto de la Tuna. Me contó que ver la Catedral cada día que iba al colegio a trabajar era un lujo. Y así, poco a poco, nos fue conociendo y nos fue enseñando a muchos de nosotros a valorar lo que tenemos. En unos días, Jaén no volverá a ver a Justin moverse por nuestras calles en su bicicleta. Se irá para siempre a esas calles de Chicago tan diferentes a las nuestras, pero a muchos nos dejará un mensaje que por muchas veces que lo oigamos, parecemos no entender: Esto no está tan mal a pesar de lo poco que nosotros mismos lo valoramos.