Amenazan con volver

21 mar 2016 / 17:00 H.

Si alguien llama al despacho en el que trabajan de prestado en el Ayuntamiento de la capital, podrá comprobar que dentro hay vida. La sensación puede ser de “cerrado por vacaciones” o, incluso, de una mudanza que muchos consideran justa y que no se llegará a producir. No hay carteles en la entrada y la sensación de cuartel robado puede llegar a engaño. Los tres concejales fugados de Ciudadanos están en paradero “conocido” y, aunque ni se les ve ni se les espera ver por el momento, el estratégico juego del escondite valdrá para apaciguar los ánimos y volver a empezar con fuerza. La Semana Santa servirá de tregua. Todo hace indicar que el regreso político será algo movido. La amenaza es seria.

El caso es que Salud Anguita, Víctor Santiago e Iván Martínez acudían a todas las llamadas cuando todavía estaban “casados” con Ciudadanos. Hasta tal punto que empachaba, a veces, su presencia. Ver a un concejal de la oposición en comparecencias públicas del equipo de Gobierno resultó, cuando menos, sorprendente. Lo que ocurre tras el divorcio llama poderosamente la atención. La ausencia duele, incluso, cuando sobran los argumentos para hacer leña del árbol caído. Tanto ruido hicieron en los prolegómenos de la estampida que el eco genera un vacío prácticamente incomprensible. Hay quienes achacan su incomparecencia a una retirada forzada para no dañar la imagen del Gobierno municipal. Los más críticos van un paso más allá y llegan a decir que los populares quisieron poner tierra por medio para que la idea del pacto silencioso amañado con una subida de sueldo empiece a disiparse en el tiempo.

Es decir, que los exconcejales de Ciudadanos no acuden a los actos públicos porque no están bien vistos. Hablan también de la merma del filin político a la hora de apoyar iniciativas. Aseguran que no tienen tan claro su sentido del voto para los próximos plenos ordinarios y extraordinarios.

Sin embargo, la versión oficial es radicalmente diferente. La principal conclusión que se puede extraer es que el encierro fue voluntario. Les pudieron la presión del escándalo, las críticas del transfuguismo y su repercusión nacional. Aducen normalidad en ese despacho en el que, en su interior, todo sigue igual. Continúan en él, que ya es noticiable, y siguen con el apoyo administrativo que tiene cualquier grupo municipal que se preste. También sorprendente, por cierto, con el desmoronamiento de esa figura.

Su penitencia, en esta semana clave, será el retiro. Aseguran que están invitados a participar en la comitiva oficial de las procesiones y, aunque muchos pensarán que a esa cita con el cielo no faltarán, los pronósticos apuntan a que no aparecerán en esa foto fija de alcalde y concejales. Su regreso al ruedo político se producirá en la jornada del 29. Los tres ediles del grupo de los no adscritos preparan su munición para la sesión plenaria de marzo. Mientras tanto intenta recomponer una Plataforma por Jaén con exmilitantes de Ciudadanos. Visitaron Benalmádena, hablaron con el País Vasco y continúan a la “caza” de quienes están desencantados con un partido clave, en estos momentos, en España. Su ausencia en la sociedad jiennense es latente, pero amenazan con volver.