Algoritmos y laberintos

Al día de publicación de estas líneas, sería de agradecer que la inteligencia artificial haya resuelto o al menos disuelto el algoritmo de Sánchez, porque me temo que el intelecto humano y supuestamente racional no alcanzará a establecer una solución factible y satisfactoria para todos. Porque, no nos engañemos, pues tampoco hay que ser un visionario de mente preclara para saber que todos los españoles, tanto insulares como peninsulares y nacionalistas de ombligadas ambiciones, sufrimos y gozamos de una inquietante dualidad que se arrastra desde la noche de los tiempos. El algoritmo, esta palabreja reservada en un principio al mundo del cálculo y la precisión, y ahora de confusa actualidad, viene definida por la RAE así: “conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema”. Es una opinión personal, pero sería ingenuo presumir que nos atenemos a estas premisas. Para aliviarme de este nublo que me ofusca, pienso en este Jaén vívido, tan sencillo y complejo, dentro de su laberintos de olivos y con tantos algoritmos por resolver.