Agobio de verano
Así comenzaba aquella mediterránea canción de “Los Rebeldes” y así también va pintando que dejemos de sufrir las máximas mínimas de todos los años en el horno jaenero gracias a la chicharrera que no nos abandona. Suplico que se acaben los rancios programas de relleno de todos los veranitos que nos tienen fritos en parrillas televisivas y dejemos de decir el famoso “acabo de ducharme y ya estoy sudando otra vez”. Renuncio a pagar cada vez más alto precio por el cada vez peor turismo de masas y espero, iluso de mí, que los políticos vuelvan a su trabajo, que se acaben los atascos de las operaciones salida y retorno, las dietas a la desesperada por la operación bikini, los consejos de hidratación ante las altísimas temperaturas, la dichosa DANA con sus tormentas torrenciales que arrasan la cosecha en un instante, las ventoleras que ahora son tornados, los posados cursis de las revistas del cuore, los mosquitos que transmiten el virus del Nilo, las avispas asiáticas que hay que erradicar, la viruela del mono y el sursun corda. Pero sobre todo desearía que desaparecieran para siempre esos influencers que joden la apacible vida rural para poner destinos de moda al dictado de la obligada foto en redes. Sobre gente apiñada en supermercados mejor ni opino.