¡África no es un país!

04 jul 2020 / 10:46 H.
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Hoy en día, en la mayoría de los países occidentales, la curva de la pandemia de la covid-19 se está doblando gracias al enorme esfuerzo de todos y, con el paso del tiempo, estamos viendo que este sacrificio está dando sus frutos: reducción del número de fallecidos, de la cifra de contagiados, y el aumento de los datos de las personas recuperadas. Ahora bien, desgraciadamente no está pasando lo mismo en muchos otros lugares del planeta y, en especial, en los países en vías de desarrollo. Las razones son varias, pero principalmente son los frágiles sistemas de salud, infraestructuras insuficientes y poco equipadas y la falta de recursos humanos especializados.

Pongamos por ejemplo el caso de África, donde los datos facilitados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), dan un número de contagiados alrededor de 300.000 casos y 8.000 fallecidos, a finales del mes de junio, pero estas cifras no paran de crecer de manera exponencial e incluso en los países más desarrollados del continente, como Sudáfrica. Además, muchos países afrontan la emergencia sanitaria del coronavirus junto a otras crisis humanitarias, es el caso de países como Burkina Faso, República Democrática del Congo o Sudán del Sur, entre otros. Pero nadie duda de que esas cifras no son reales, por las razones expuestas anteriormente y, sobre todo, porque la capacidad de testeo es baja o casi nula. Pongamos por caso Mauritania (4,5 millones de habitantes y 1 millón de km2), donde cuentan con un hospital de referencia y 36 camas UCI en todo el país, según Médicos del Mundo.

Es por ello, una vez doblada la curva en la mayoría de los países europeos, que no debemos olvidarnos de lo que está sucediendo a 14 kilómetros de la frontera sur de Europa, dado el flujo incesante de personas y de mercancías, ya que este virus, como ha demostrado, no conoce ni fronteras ni nacionalidades. Quizás será una nueva oportunidad para repensar la finalidad de la cooperación al desarrollo. Hasta ahora, estas ayudas eran otorgadas a los respectivos gobiernos, pero con un control bastante laxo de los países implicados, lo que permitía que un alto porcentaje se perdía en el camino. Un ejemplo de la cooperación al desarrollo es el que está llevando a cabo China con algunos países africanos. Cuando un país necesitaba alguna infraestructura, como un hospital o un aeropuerto, los chinos llevaban su material y su mano de obra especializada y contrataban solo lo imprescindible en el país de origen y una vez terminada la obra entregaban las llaves al gobierno de turno.

Se puede decir que este tipo de inversión no genera riqueza local en el momento de su ejecución, pero garantiza al país receptor una infraestructura para mucho tiempo, y da fe de que el presupuesto calculado se ha gastado conforme, más o menos, a lo que estaba planeado en el proyecto original.

Por otro lado, cabe recordar que África es la principal fuente de materias primas más preciadas, de la que se surte Europa: petróleo, gas natural, oro, diamante, coltán, etcétera. Aparte del interés por la riqueza de su subsuelo, debe primar también la salud de sus habitantes. Los países europeos deberían incentivar el desarrollo de la investigación en la salud en esta región, sabiendo que ésta será una de las principales vías del progreso y del desarrollo de África.

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