Adiós amigo Hopa

14 ene 2020 / 10:12 H.
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Fui el primer periodista deportivo que Emilio Guerrero Prieto —Hopa en el mundo del fútbol— conoció cuando llegó al Real Jaén en la temporada 1970-71. Lo llevé a la plaza de Santa María y allí, mi inolvidable amigo y colaborador Segundo Ramírez, le hizo una fotografía teniendo de fondo la Catedral. Fue el inicio de una amistad que se fue robusteciendo con el tiempo y que ha durado siempre. Una amistad llena de admiración por mi parte a un futbolista de una calidad encomiable, que desbordaba con velocidad gracias a sus sorprendentes regates y que era eficacísimo a la hora de golear. Hopa estuvo cinco temporadas en el Real Jaén y en cuatro de ellas fue el máximo realizador del equipo. Todo avalado además por una entrega honesta nacida de su amor a los colores y a la ciudad de Jaén. Pero además, Emilio Hopa se hacía querer por su condición humana. Era como un niño grande, lleno de ingenuidad, de humildad, limpio y leal y un padre de familia ejemplar. Podría contar docenas de anécdotas que protagonizó fruto de su bondad, de su falta de mala intención. Tras dejar al Real Jaén, cumplió una temporada en el Linares y decidió colgar las botas. Entonces, totalmente de acuerdo con su esposa, Anita, decidieron seguir viviendo en nuestra ciudad donde crecieron sus tres hijos y lo vienen haciendo sus nietos. Hopa aceptó un trabajo en Coosur y no tuvo el menor inconveniente —una figura del fútbol como había sido él— en vestir un mono de trabajo y repartir cajas de aceite empujando personalmente un carrillo de mano por nuestras calles para sacar a su familia adelante. Y así pasó su familia muchos años feliz. La última vez que le saludé fue este pasado verano en el restaurante de mi amigo Ernesto. Iba con su inseparable Anita y con alguno de sus hijos. Me dejó preocupado porque Emilio tardó algunos segundos en reconocerme y hasta su mujer le tuvo que decir quién era yo. Emilio empezaba a estar mal. Tanto, que falleció en la madrugada de este último domingo. Un mazazo en el corazón para su familia y para tantos amigos como le hemos querido. Hopa jamás recibió ningún homenaje de directiva alguna del Real Jaén, una injusticia inexplicable. Tampoco es el primero que sufre este olvido de los sucesivos rectores del club blanco. Pero Emilio Hopa siempre tendrá el homenaje del recuerdo de la afición a la que tanto dio y el de quienes le conocimos de cerca y disfrutamos de su amistad.

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