Abandono de mascotas
Todos los años ocurre lo mismo. Se van a la playa a disfrutar de la brisa marina y a la mascota la dejaron abandonada en la primera gasolinera. Este acto incívico se viene produciendo con descarada frecuencia. Hay que sancionar con toda crudeza a los infractores perrunos, y más cuando está vigente la Ley Animal, una chapuza emanada del Congreso de los Diputados. “Cuqui” estaba llorando, ya que llorar también es de perros, pues intuía que aquel viaje veraniego iba a ser el último de su vida. Carlitos también lloraba al ver que su perrita sería abandonada a su suerte. Ya no la volvería a ver más. Carlitos lloraba como la Magdalena arrepentida de sus pecados. Nadie de su familia le hizo caso. Por el espejo retrovisor veía que “Cuqui” se alejaba cada vez más. Quiso ir en busca de ella y poder abrazarla como se merecía. Llegó la hora de comer, pidieron en el chiringuito una paella, la que duró escasos minutos en el plato, pero nuestro niño protagonista no quiso ni menear el tenedor porque su pensamiento estaba centrado en su “Cuqui”, una compañera que nunca
se separó de él en sus tristes y alegres momentos.