A por todas

16 oct 2019 / 11:13 H.

Lo hemos conseguido. La lucha de los olivareros comienza a ver los frutos al autorizarse el pasado 14 de octubre el almacenamiento privado del aceite como medida de regulación de mercado. A falta de conocer cantidad y tiempo que debe traer aparejado esta medida, y dando por hecho que debe actualizarse el umbral, que no se modifica desde hace 25 años, podemos decir con orgullo que nuestra voz, al menos, ha sido escuchada.

Y no era para menos, ya que nuestra demostración de fuerza el pasado 10 de octubre en Madrid, colapsando la Puerta de Alcalá y el Ministerio de Agricultura, dejaba bien claro que no estamos dispuestos a desaparecer, a que nos sigan machacando, y que vamos a hacer lo que haga falta por mantener muy vivo el sector del aceite de oliva.

Llenamos Madrid y llenamos Sevilla el 9 de julio, defendiendo el olivar tradicional y los precios de nuestro aceite. Y lo seguiremos haciendo, en donde haga falta, hasta que se ponga en valor y se cuide como se debe la calidad y la pureza de nuestro aceite. Porque la trazabilidad se tiene que garantizar al 100%.

Esto es muy sencillo de entender, y desde COAG no vamos a parar ni un instante, no vamos a cejar en el empeño, como representantes de los miles de olivareros estafados por la especulación, de luchar por lo que es un patrimonio de todos los andaluces: un olivar tradicional vivo, un sistema productivo que es motor socioeconómico vital para Andalucía, que genera el 40% del empleo agrario y distribuye riqueza, un modelo sostenible e insustituible, un claro freno al cambio climático, que fija, además, población en la España rural, amenazada por la despoblación. Y un olivar, no nos olvidemos, que proporciona salud pública, porque nuestro aceite de oliva virgen extra es la base de la dieta mediterránea, la más saludable del mundo.

Debe quedar muy claro que antes de que escucháramos hablar de los aranceles de Estados Unidos, al sector productor del aceite de oliva ya nos habían robado un 40% del precio. La mafia de la industria y la distribución que se ha instalado en España, porque en otros países productores no les dejan campar a sus anchas, se han quedado con unos 1.780 millones de euros que deberían haber ido al bolsillo de los olivareros.

Si a esta ruina le sumamos ahora un 25% de aranceles de Trump, apaga y vámonos. Lo que faltaba es que los agricultores también tengamos que pagar las facturas de los aviones, cuando el valor añadido debe quedar en el medio rural, que es por lo que luchamos, para poder invertir en modernización y, por supuesto, garantizar las rentas y el bienestar de las familias.

El panorama es, efectivamente, difícil. Pero ya hemos ganado la batalla del almacenamiento. Que no le quepa duda a nadie que desde COAG vamos a seguir tirando para adelante. Y vamos a continuar con una firme defensa al sector con el apoyo de todos. Porque vivimos de la tierra y somos nosotros los que estamos obligados a defenderla, para poder seguir produciendo alimentos sanos con mucha dignidad. Aviso a navegantes: los olivareros seguimos a por todas.