A Pepe Polluelas

15 oct 2021 / 20:09 H.
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En la revista número dos de Candil, que editara la Peña Flamenca de Jaén y viera la luz allá por noviembre de l978, el que suscribe entrevistaba a nuestro José Ruiz Pérez, de profesión cantaor —lo decía su carné de identidad— y de nombre artístico Pepe Polluelas. El diálogo, rico en matices me dejó historia, anécdotas, el sentimiento de una letra flamenca o la inspiración de un cante que se dejaba oír en la esquina del duende, mientras la luna se asomaba al balcón de los deseos. La efeméride, me hace transcribir mis apuntes, junto a parte del relato de entonces.

Y Pepe Polluelas como figura grande de la noche. Jaén hacía público testimonio de su cariño por el cantaor de la tierra. Viendo aquel sonoro espectáculo, el recuerdo me viene a la memoria.

Y surgió el momento para el encuentro. Era mi intención ahondar en su vida: conocer más a una persona compendio de sensibilidad, humanidad y sabiduría popular. Sus primeras palabras fueron: “Lo mío es cantar. El flamenco lo llevo muy dentro. Es tan bonito cantar, hacer sentir a los demás”... Sus recuerdos se centran en su padre y los años de la guerra: “A mi padre le gustaba mucho el cante y lo decía, aunque no profesionalmente ya que él era sillero. Y aquí conocí a la Niña de los Peines, el Pinto, El chaqueta, Niño Ricardo. Yo tenía quince años, cuando un día en el Principal, canté acompañándome a la guitarra por ese fenómeno de guitarrista a quien Dios lo tenga en su santa gloria. Fue muy emocionante”. Nos cuenta, Pepe, de cuando su padre le hablaba de las Cafés Cantantes de Jaén y la provincia. De Chacón, Manuel Torre, El Cojo de Málaga. Eran las primeras lecciones teóricas de la historia del cante que él llevaba dentro. Y sigue evocando el ayer. Siempre cantando. Me pregunto, ¿cree en el amor este hombre que canta al amor en un puro lamento? ¿Habrá amado quien canta por Soleá? “Como te llamas Aurora,/ yo me acuesto rayando el día,/ si te llamaras Custodia/ de la Iglesia no salía”.

Pero, realmente creo que el amor de Polluelas fue su madre. A través de sus palabras se adivina el gran cariño que sentía por ella. “A mi mare de mi alma/ lo que la camelo yo...”. El amor a su madre, a su tierra influyó a la hora de su entorno, a su Jaén. En cierta ocasión le llevaron a Madrid con el propósito de grabar un disco, pero las cosas se retrasaban y se tuvo que ir a la mili. Dejamos la conversación. Pepe tiene ganas de cantar. Fandangos, tientos, peteneras, soleares, seguiriyas. En cada cante un gesto, un sentimiento en cada letra. Siempre, el duende del arte con él. Hay momentos de inspiración en la noche. En sus cantes por solea, esculpe la belleza de una mujer a golpes de compás y conocimiento. Por siguirilyas, llora; es su corazón que sangra de dolor. Así es Pepe Polluelas. Conoce muchas letras el cantaor. Yo creo que se las susurran al oído los viejos maestros que, desde el más allá, velan porque el flamenco no desaparezca. “Flores blancas de un almendro/ un chavalillo cortó;/ en vez de guardarle rencores/ el almendro le contestó/ Con una lluvia de flores”. La una de la madrugada. Pepe Polluelas se despide. Tiene que ganarse el sustento. Una fría noche le aguarda. Ahora solo queda buscar una reunión que quiera cante, y luego pagar un dinero por el arte de José Ruiz Pérez, de profesión cantaor —lo dice su carné de identidad—, “casi na”. Nos dice adiós. En el silencio resuena su voz. Porque Pepe Polluelas canta hasta solo por las calles. En la actualidad, el Festival Flamenco Pepe Polluelas, en su 49 edición, se ha convertido en la cita con el flamenco que ningún jiennense debe perderse.

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