A mayores: perdón

    20 nov 2020 / 18:47 H.
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    Nacieron en una guerra fratricida, fueron niños y adolescentes en una posguerra de hambruna y pocas comodidades, la rebeldía de su juventud estaba mermada por una dictadura, formaron sus familias a la vez que transformaron esto en una democracia, crecieron montando nuestro estado de bienestar; cuando parecía que les tocaba disfrutar se encargaron de nietos e hijos en plena crisis económica, teniendo para colmo que salir a la calle por sus pensiones (por cierto, sin estar apoyados por hijos y nietos) y finalmente una pandemia los condena al encierro en la más absoluta soledad... y se los lleva sin una mano que les apriete, sin unas palabras de consuelo, y hasta negándoles respiradores por causa precisamente de su edad. No se lo merecen. De la miseria bélica construyeron esta sociedad avanzada, con escasez nos educaron, nunca les vimos quejarse, (¡con lo que nos quejamos estas generaciones!) y al final se lo agradecemos de esta manera tan indigna. No hay derecho. Una dulce ancianidad debería haber sido su recompensa. Honremos a nuestros mayores (los que quedan) mientras podamos, devolvámosle parte de su amor y, como dice el juramento, si así lo hiciéremos que Dios nos lo premie, y si no, que nos lo demande... quizá a través de las futuras generaciones a las que les estamos dando un cruel ejemplo.

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