A la memoria de Alfonso Sánchez Herrera

    30 ago 2019 / 09:10 H.

    Siete décadas hemos vivido en esta nuestra ciudad Alfonso y yo, junto a otros millares de ciudadanos (cuando nacimos algo así como la mitad de los que ahora la habitamos). Pequeña ciudad (entonces más que ahora), en cuyo barrio de San Bartolomé pasé mi infancia, adolescencia y primera juventud; creo que Alfonso también.

    En esta mi memoria recuerdo como “de vista” a Alfonso. Aunque nunca coincidimos, no sé por qué, en los ambientes escolares, estudiantiles, asociativos, juveniles o religiosos, deportivos o culturales; aunque nuestras vidas se enmarcaran en un espacio tan limitado e incluso en el marco de un “estatus” social familiar que creo fue muy similar. Tampoco coincidimos luego en los ambientes profesionales, ni tan siquiera en los políticos cuando todo esto de la “transición” se puso en marcha. Fue más tarde cuando, no la política, sino una institución nos puso en contacto: yo había sido alcalde de Jaén por dos veces, y justo cuando me iba tú llegabas al Ayuntamiento como concejal en 1987. Pasaste a ocupar la Alcaldía cuando yo dejaba la actividad institucional en 1989. Volviste a detentar el cargo cuando yo había incluso abandonado la militancia política de partido y llevaba ya un quinquenio reintegrado a mi actividad docente.

    Fue entonces cuando tu generoso concepto de la institución municipal te llevó a tomar la iniciativa de contar con la presencia de las personas que te habíamos precedido en el desempeño de tan honrosa función de servicio público en los actos protocolarios del Excelentísimo Ayuntamiento de Jaén.

    Siempre agradeceré aquel gesto tuyo, que se convirtió en tradición en la ciudad. Te acompañé en actos festivos y también luctuosos. Luego te reencontré en otros convocados por quienes te sucedieron en el puesto: Alfonso Sánchez Herrera siempre acudía.

    Encontrarse contigo era siempre un acto cordial, e incluso fraternal. Porque Alfonso siempre era cordial con todos, pero con los que vivimos, sufrimos y gozamos los quehaceres de la función edilicia, se palpaba una solidaridad por encima de posibles mezquindades particularistas que nunca mancharon tu trayectoria. Ahora ya siempre en mi memoria, me alegro de haber tenido la fortuna de conocerte.