A la clase sanitaria

    29 abr 2020 / 16:28 H.
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    Alas ocho, hora solemne y solidaria, es el momento oportuno e irrenunciable para demostrar con nuestros aplausos que en esta canalla pandemia hay hombres y mujeres, yo diría que heroicos, porque se juegan la vida por un salario, que a veces es menguado. Nunca los balcones estuvieron tan concurridos, excepto cuando El Abuelo se pasea por las calles de Jaén, para aplaudir con todas las fuerzas de su corazón a la clase sanitaria, así como a esos conductores de ambulancia. A la clase política yo le recomendaría que no se le ocurriera jamás hacer recortes para el buen desarrollo de la salud pública. Recortar en sanidad y no invertir en investigación es una gran faena parecida a esos toreros que se juegan la vida ante un morlaco de siniestras astas que parte en las venas femorales. La política, aunque es necesaria, no tiene nada que ver con la sanidad pública, y menos aún en un país que se enorgullece y honra en tener una Seguridad Social que ya quisiera tener el tío Sam. Ya lo saben, señores políticos, no miren de reojo ni con las pupilas de costado a la clase sanitaria porque eso sería como quemar los montes de las pinadas oxigenantes y balsámicas.

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